PUBLICADO POR LA REPÚBLICACarlos Castro¿Cómo es posible que un grupo de jóvenes firme la inscripción de Movadef?, pregunta un colega trujillano al cual he vuelto a ver después de algún tiempo en una fugaz visita a esta ciudad que cada vez que retorno me sorprende por su crecimiento. La pregunta de nuestro amigo es la misma que se han formulado los ciudadanos de este país cuando han visto cómo el fantasma de Gonzalo o Abimael Guzmán se proyecta en las voces de un grupo de jóvenes que, junto a otros senderistas, reclaman la libertad del Pol Pot peruano. Uno los escucha en la televisión o en los videos que la organización senderista ha colgado de ellos en su página web y comprueba que sus respuestas y discurso no tienen nada que ver con el terror padecido por los peruanos en más de una década.
Su edad–no más allá de los 25 años–los lleva a dar por verdadera una falsedad histórica. Para ellos lo que el Perú vivió en la década de los 80– desde que Sendero irrumpió en el país con su anuncio de muerte y destrucción– fue “una guerra interna”. Y el calificativo de terrorismo “una invención para reprimir los reclamos de los pueblos”. ¿Cómo llegamos a esta situación? ¿Cómo es posible que un grupo de nuestros jóvenes, el futuro de este país, se declaren “seguidores del pensamiento Gonzalo” sin reparar en lo monstruoso de la ideología que hoy abrazan?
Al verlos o escucharlos uno se interroga si estos jóvenes se han acercado o no a matanzas de Sendero, como las de Lucanamarca, ordenada por el mismo Abimael en “escarmiento” a los pueblos que decidieron enfrentarlo. ¿Sabrán que en abril de 1983 los seguidores de su líder asesinaron a 69 personas, entre hombres, mujeres embarazadas y niños de meses de nacidos de las comunidades ayacuchanas de Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua, Muylacruz y Lucamarca ? ¿Conocerán que a todos los mataron con piedras y hachas en una crueldad y ensañamiento solo comparada a los de los jemer rojo? Y eso es solo una de las matanzas por que la cifra de sus víctimas suma miles.
¿Es esa la guerra interna de la que hablan estos jóvenes? Una “guerra interna” que masacró a pueblos y comunidades andinas que vivían en la pobreza, que destruyó sus sembríos, mató a sus animales, se apoderó de lo poco que tenían, los sacó de sus tierras, asesinó a dirigentes barriales, populares, maestros, profesionales, todo en nombre del “nuevo Estado” que Gonzalo prometía en su locura terrorista. Una “guerra interna” que hizo del coche-bomba, de los atentados, de los secuestros, su arma de batalla. Una “guerra interna” que se alió con el narcotráfico para que los cabecillas senderistas puedan vivir sin apremios, mientras mandaban a sus huestes a crear no una, sino diez, quince, veinte taratas.
Nada ganamos –como algunos han propuesto– con cerrarles la libertad de expresarse a estos jóvenes. Que debatan y expongan sus ideas –por equivocadas que estén– pero que antes de declararse seguidores del “marxismo leninismo, maoísmo, pensamiento Gonzalo” que hurguen en la historia reciente y se interroguen por qué el repudio mayoritario de los peruanos a Sendero y sus cabecillas. A las autoridades del gobierno y los partidos les decimos que es hora de actuar, explicar a nuestros alumnos lo que representó Sendero. Y esto hay que hacerlo desde los colegios. Un primer paso, como lo han propuesto varios conocedores del tema, podría ser el distribuir entre los escolares el Informe de la Comisión de la Verdad. Así nuestros alumnos sabrán, como dice la CVR, cómo es que Sendero gestó y aplicó su genocidio.