“Los señores del tiempo” echa el cierre a la trilogía de Eva García Sáenz de Urturi conocida como “Trilogía de la Ciudad Blanca”. El adiós a unos personajes a los que les había cogido cariño y a unos paisajes y edificios que algún día espero conocer. El adiós a una historia policíaca y tres novelas negras que me han gustado bastante. ¿Cómo acaba todo?
Si no has leído todavía las dos primeras entregas, ya sabes que lo mejor es hacerlo antes de leer mi reseña porque, aunque no suelo hacer spoilers de ningún tipo, es posible que desvele algo de la trama contenida en los libros anteriores para contextualizar mejor “Los señores del tiempo”. En esta última novela nos reencontramos con Unai (apodado Kraken) y Alba, que continúan juntos y felices criando a su hija Deba. Como la felicidad no dura eternamente y menos a Kraken, la pareja pronto se ve envuelta en la investigación de una serie de crímenes que imitan el modus operandi de varios asesinatos descritos en una novela inspirada en la Vitoria medieval de finales del siglo XII y que recrean la muerte por mosca española, emparedamiento y encubamiento. Esclarecer este caso será más complicado de lo que en un principio puede parecer, no sólo porque la novela es anónima, sino además porque Ramiro Alvar, el principal hilo del que tirar, parece sufrir un trastorno de personalidad que confundirá todavía más la investigación. De nuevo un libro lleno de personajes, tramas secundarias, saltos en la línea temporal, sorpresas, giros argumentales y demás recursos típicos de esta escritora con un sello propio.
En “Los señores del tiempo” es muy valorable el talento de Eva García Sáenz para ofrecer alternativamente dos historias (una actual y otra ambientada 8 siglos atrás) sin sacar al lector de la lectura ni confundirlo, ofreciendo por el contrario diferentes pistas e informaciones que van completando la acción principal hasta dar de bruces con un final que, al menos yo, no me esperaba para nada. Si te puedo adelantar que, como suele ocurrir con los libros de esta trilogía, no hay que buscar muy lejos para encontrar al responsable y que el pasado que la autora va desgranando poco a poco tiene la clave a todas las incógnitas.
Libro entretenido, que engancha como sus predecesores y que se lee bastante rápido si te gusta la novela negra o policíaca, este final de trilogía no me ha decepcionado ni me ha parecido apresurado o de relleno. Eso sí, me da pena que se acabe esta historia y despedirme de Kraken, Estíbaliz y, sobre todo, del abuelo de Kraken que es demasiado entrañable. Así que te recomiendo su lectura, como ya hice con “El silencio de la Ciudad Blanca” y “Los ritos del agua” y quedo a la espera de que la escritora nos sorprenda pronto con alguna otra novela de estilo similar, que seguro que sí.
Robando y cambiando un poco la frase de Kraken puedo decirte que “Aquí termina mi lectura, aquí comienza la tuya” y desear que disfrutes mucho de estas dos historias dentro de una. ¡Nos vemos en breve con más recomendaciones!
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