Como empresarios, sabemos que la remuneración es un símbolo que le habla a los empleados acerca del lugar que ocupan en nuestra empresa y del lugar que ocupan en el mundo del trabajo. Como padres, tenemos que saber que el dinero que perciben nuestros hijos, y la manera en que lo cobran, les dice mucho acerca de sí mismos y de cómo se genera valor.
Por definición, la remuneración es el pago a cambio de un servicio que contribuye a generar más riqueza para el negocio. Todo lo demás que reciba el hijo podrá tener otro motivo y otro nombre: regalo, ayuda, préstamo, reparto de dividendos.
Tenemos que cuidar que nuestros hijos desarrollen una percepción realista de su valor y que sientan por sí mismos la necesidad de agregar más riqueza al negocio y ganar más dinero. Si ellos tienen su bienestar asegurado, si da lo mismo que logren más o menos beneficios para la empresa porque el sueldo corre por otra vía, es difícil que con estos mensajes se esfuercen por alcanzar más.
La remuneración es el pago a cambio de un servicio que contribuye a generar más riqueza para el negocio.
Si nuestro hijo o hija trabaja con nosotros, tenemos que saber que hay prácticas que aumentan su dependencia, y esto, a la larga, genera resentimiento. Pagarles de manera irregular, a cuentagotas, en especie o pagarles mucho más de lo que su desempeño merece son artimañas que no tienen un buen final ni en cuanto a su independencia económica ni en lo que hace a la relación.
Independientemente de la manera en que ya hayamos encarado el tema de las remuneraciones, es importante reorientarlas para que respeten algunos criterios fundamentales.
Diferenciar remuneración de ayuda: si queremos ayudar a nuestros hijos, al margen de lo que corresponde a la remuneración por su desempeño, hagámoslo como padre o madre, jamás como "empleador". Lo mejor es hablarlo en un lugar que no sea la empresa y en un día no laboral.
Diseñar una fórmula de remuneración: que la retribución que les paguemos a los hijos que trabajan en la empresa responda a criterios objetivos, relacionados con los sueldos de los empleados. Por ejemplo, que el sueldo del hijo sea siempre un determinado porcentaje (inferior o superior según la función y el desempeño) que el del jefe de producción o de ventas.
Remunerar de manera congruente: tener en cuenta los sueldos del mercado al fijar la remuneración de los hijos, y pagarla de manera regular.
Ayudarlos patrimonialmente y no con mensualidades: es importante que la ayuda que le brindemos no sea en gastos mensuales sino en bienes perdurables. En primer lugar, los bienes se perciben como "regalo" y no como "derecho". Y, por otra parte, no les evitan el aprendizaje financiero, la experiencia y la autonomía que es conveniente que tengan al tomar sus propias decisiones sobre la manera en que utilizan el dinero.
Esperar a los hijos para que alcancen su propio status económico: muchas veces ayudamos a nuestros hijos para que tengan una vida acorde con nuestro propio status económico. Queremos sentir que les va bien. Sin embargo, es nuestra propia ansiedad lo que nos motiva. Ellos ya parten de una situación mejor que la nuestra y tenemos que esperarlos a que vayan alcanzando por sí mismos las mejoras económicas que se logran en el transcurso de la vida sin anticiparnos.
Qué NO hacer:Pagar en especie: pagar los gastos de los hijos, como si fuera parte de su remuneración, desdibuja los límites entre lo que es sueldo y lo que es ayuda, y les quita autonomía.
Pagar de manera irregular: el pago a cuentagotas, el pagarles en la casa y, en general, todo lo que se aparte de las prácticas de la empresa respecto de las demás remuneraciones, confunde a los hijos y limita sus decisiones.
Pagar de más: Pagar mucho más que lo que se paga en el mercado laboral para una posición equivalente, además de un mal negocio para la empresa, lleva a que el hijo no tenga una medida verdadera del valor que genera.
Ser "consejero de gastos" del hijo: no corresponde de ninguna manera darle consejos sobre cómo usar el dinero, meterse en sus cuentas o extorsionarlo diciéndole, por ejemplo: Te compro el auto si te compras éste.
En la empresa familiar no es fácil separar las cosas. Y la modalidad de retribución económica (en el cuánto y el cómo) es el símbolo de relaciones y posiciones de los miembros de la familia y de la empresa. La cantidad y la forma de retribución le dice mucho al hijo, al resto de la familia y a los otros empleados acerca de cuánto vale, qué lugar ocupa y cuál es su grado de autonomía o dependencia.