Revista Ciencia

Los Siete Principios Universales de El Kybalión

Publicado el 19 diciembre 2011 por Createandshare @CreateShareBlog

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“Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par” – El Kybalión

1. El Principio del Mentalismo.

Su lema es “El TODO es Mente; el universo es mental”. Determina que la mente tiene una capacidad asombrosa para transformar nuestro entorno material a voluntad. El ser humano puede crear lo que cree, y al igual que el Universo puede ser co-creador de nuevas realidades y circunstancias a través de una adecuada concentración, voluntad y sabiduría.

2. El Principio de Correspondencia

Sostiene que “Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”. Las leyes de la naturaleza afectan sin distinción: desde una molécula a un individuo, desde una estrella a una galaxia. Este principio enseña que los más grandes secretos del Universo se encuentran codificados en nosotros mismos e, incluso, en la más pequeña partícula. Todo es un reflejo de todo.

3. El Principio de Vibración.

Este principio encierra la verdad de que “Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”. La vibración indica el estado de las cosas. Nunca está detenida, y puede ser afectada por nuestra influencia mental. Por ello la importancia de controlar nuestros pensamientos y el poder creador de la palabra, que es vibración en sí misma y por consecuencia transformadora.

4. El Principio de Polaridad.

Indica que “Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”. Este principio encierra la enseñanza de que todo en el Universo es dual, y forma parte de un equilibrio.

5. El Principio del Ritmo.

Afirma que “Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”. Este principio explica que en nuestro proceso de crecimiento pasaremos por diferentes etapas, algunas duras y otras luminosas, y que pueden ser sobrellevadas con equilibrio en la medida que vayamos adquiriendo mayor conciencia, fe y calma. Esto afecta a las personas y a los planetas, es una ley natural.

6. El Principio de Causa y Efecto.

Conocido por muchos como la Ley del Karma —“acción”, en sánscrito”— sostiene que “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley”. Nuestros pensamientos y acciones son los responsables directos de las cosas que vivimos. Si sembramos nuevas causas —pensamientos luminosos y un accionar positivo— podemos modificar el futuro.

7. El Principio de Generación.

Como los demás principios, encierra una lógica natural: “La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos”. Esta ley nos enseña que todo en el Universo busca su complementació n. Y de hecho, cada ser posee en sí mismo los dos elementos de este principio creador.

De acuerdo a estas enseñanzas, la “combinación” de principios puede generar “nuevas leyes”. Por ejemplo, hoy en día en que se habla mucho sobre la “Ley de Atracción”, popularizada en el documental new age “The Secret”, no se trataría de otra cosa que la asociación del Principio del Mentalismo (creas lo que crees), el Principio de Vibración (lo semejante atrae lo semejante) y el Principio de Causa y Efecto (cosecharás lo que siembres). En otras palabras, la comprensión y aplicación conjunta de los principios dispara otros mecanismos espirituales aún más poderosos. Ése sería el verdadero secreto.

La regla básica para vivir y aplicar estos principios se basa en tres premisas:

1. Una disciplina espiritual de vida.

Si el practicante está atrapado en su vida material, hallándose ajeno a cualquier posibilidad de ser constante y responsable con su camino como ser espiritual, será difícil que pueda ejercer su voluntad plenamente para desarrollar los Principios Universales. La disciplina espiritual fortalece nuestra fuerza de voluntad, y por consecuencia somos menos sensibles a la manipulación.

2. Ejercitación de la mente.

Es un paso lógico y natural cuando uno vive en esa realidad espiritual. La mente es como un “músculo” que necesita ser entrenado. En los Principios Universales la piedra cimiento es la visualización. Una mente débil, distraída, no podría aplicar plenamente las bondades de estos conocimientos. La meditación es una de las herramientas más poderosas para potenciar nuestra capacidad de “ver más allá”.

3. Comprensión de las leyes.

No sólo se trata de fe y luego ver qué pasa. La diferencia entre un aprendiz y un maestro creador es que el segundo sabe por qué y cómo operan estas leyes. Lejos de lo que habitualmente se supone, la fe verdadera se sustenta en el conocimiento. Los “milagros”, por tanto, no son hechos irracionales y alucinantes, sino eventos perfectamente explicados en el mundo espiritual, aunque ignorados en nuestro medio físico de desenvolvimiento. “Saber” los entretelones de cómo ocurren, es parte del camino a la maestría personal.


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