Los símbolos masónicos de la fachada del ayuntamiento de L'H
Los que vivimos en Hospitalet de toda la vida, hemos tenido que soportar desde siempre el comentario de que esta ciudad es una ciudad dormitorio y que no tiene historia, ni nada que valga la pena de ser protegido o destacado. Esto, a base de ser repetido hasta la saciedad, parece que haya calado hasta los huesos y buena parte de su población cree realmente que no hay nada, aprovechándose de ello los que simplemente han visto esta población como una fuente inagotable de especulación urbanística. Sin embargo, una prueba de que este "mantra" es más falso que un duro sevillano, lo tenemos en el edificio mismo del ayuntamiento, donde los símbolos masónicos son presentes a capazos. ¡Ah! ¿Que toda la vida pasando por delante y no los había visto? No se preocupe, yo me encargo de enseñárselos. A otros, posiblemente no les interese hacerlo.La actual casa consistorial de L'Hospitalet de Llobregat se inauguró en 1895 gracias al aporte económico altruista de Rossend Arús i Arderiu, un periodista, dramaturgo y político de Barcelona, hijo de Pere Arús, un reputado comerciante de la ciudad. Rossend Arús, que dejó este legado para honrar la memoria de su padre, murió en 1892, por lo que no vio el trabajo que hizo el arquitecto municipal Francesc Mariné años después de su muerte.
Rossend Arús, sin embargo, era un reconocido masón el cual llegó a ser Gran Maestre de la Masonería Catalana y fundador de diversas logias masónicas de ámbito catalán. Por su parte, Francesc Mariné, conocedor de la faceta masónica de Arús, llenó de símbolos masones (convenientemente disimulados a los ojos de la estricta iglesia católica, la cual siempre ha visto la masonería como enemiga) la fachada del ayuntamiento en su honor. Los años posteriores y el desconocimiento general del tema hicieron que este homenaje secreto tan a la vista de todo el mundo, pasara totalmente desapercibido para el grueso de la población.
A continuación os hago un poco de cicerone de lo que podéis ver en la actualidad:
El Sol:
Arriba del todo del edificio, en la zona más alta y prominente, podemos ver una circunferencia que incluye el año de construcción, de la cual salen toda una serie de lineas que recuerdan un sol con sus rayos, y que tendrían su continuación en el semicírculo superior. Esta imagen sería, efectivamente, una representación del Sol, que para los masones es a su vez una representación de Dios, fuente de Luz y Sabiduría. Por si había alguna duda, el remate superior, que recuerda vagamente a una granada, tiene en su base la imagen de dos soles. De hecho, si este detalle fuera realmente una granada estilizada, tendría todo el sentido "masónico" del mundo, ya que la granada simboliza la Fraternidad, justamente lo único que está por encima de todas las cosas, incluso de Dios.
Las 12 columnas del templo de Salomón:
En plena fachada, si nos fijamos, veremos que hay representadas doce columnas. Esta representación, no es casual, ya que para los masones, el templo de Salomón, dedicado a Dios (cuya representación simbólica está ubicada encima) y del cual recibe la Luz y la Sabiduría, es la representación del Universo y de todas las maravillas de la Creación. Hemos de recordar que estamos hablando de un ayuntamiento, el templo del poder público y -supuestamente- máximo exponente de la sabiduría y la libertad social, contrapuesto al oscuro poder religioso (sobretodo de finales del S. XIX).
Los compases:
Ahora, procedamos a mirar los capiteles corintios de las cuatro columnas inferiores. A simple vista no llama mucho la atención, ya que parecen ser las típicas hojas de acanto de este tipo arquitectónico clásico. Sin embargo, miremos con más detalle...
En medio de cada uno de los capiteles, veremos unos tallos florales (caulículos) que se juntan y toman una extraña posición, con un par de brotes enrollados, rematados por una hoja. De estos brotes, salen unos tallos hacia abajo que, curiosamente, acaban en punta, casi tocando la moldura inferior del capitel.
Si miramos más allá de lo que vemos, podemos ver como, discretamente escondido entre elementos vegetales, el arquitecto ubicó a plena vista de todo el mundo cuatro compases masones, uno en cada capitel, en homenaje a la pertenencia masónica del promotor del edificio, Rossend Arús.
Vale la pena recordar que la antigua iglesia se encontraba a pocos metros de la casa consistorial, y para más inri, los terrenos donde se ubicó pertenecían a la Iglesia, la cual emitió un permiso especial desde el Vaticano para permitir la venta -por 15000 pesetas- de dichos terrenos al municipio para construirla. Dadas las circunstancias, hacer un alegato de la masonería en la misma cara de la Curia Pontificia, por mucho que Rossend Arús fuera un masón confeso, quedaba como mínimo políticamente incorrecto.
Las columnas J y B:
Sin embargo, no todo acaba aquí, ya que en el hall de entrada del edificio, a mediados de los 2000 se encontraron escondidas dentro de un tabique que había en la entrada, dos columnas de hierro fundido con capiteles corintios que formaban parte de la estructura original del edificio. Estas columnas, imprescindibles de las logias masónicas representan las que había a la entrada del templo de Salomón, llamadas J (Jaquín) y B (Boaz), y que los masones heredaron de la tradición templaria de la cual parece que descienden.
Estas columnas, que se encuentran siempre en el interior de las logias, separan simbólicamente el mundo profano exterior (la Tierra) de un mundo interior (el Cielo) de Luz y Sabiduría, sólo apto para iniciados. No en vano, todas las estancias consistoriales se alcanzaban una vez se superaban dichas columnas. Por desgracia no dispongo de una foto mejor.
Mucho ha llovido desde la construcción del edificio consistorial de L'Hospitalet, y mucho ha cambiado tanto su entorno social como físico. Los principios que regían la moralidad de muchos de los prohombres de la época, también eran muy diferentes a los actuales dado que la cultura era algo apto tan solo a los más pudientes. Sin embargo, en algunos casos, los ideales de libertad y justicia social, tales los de Rossend Arús, eran dignos de encomio tanto ayer como hoy, y hubo quien quiso hacerle un homenaje especial. Ojalá que todos los que han ocupado y ocupan los despachos más allá de las columnas J y B de nuestro ayuntamiento, hagan honor a la categoría del espacio en que se encuentran.
Por desgracia, para el conjunto de la ciudadanía, son muy pocos los que lo hacen.