Un día cualquiera, en una pescadería, en el hipermercado del Centro Comercial:
-. ¡A ver, el siguienteeeee!... ¿El sesenta y tres?
-. ¡Sí, soy yo!... Buenos dias. Yo sólo quería un cuarto de kilo de gambas, para la paella.
-. ¡Marchando esas gambaaaas!... ¡Que son de Huelva, oigaaaaaa!... ¡Que me las quitan de las manooooos!...
-. ¿Siguienteeee?... ¿Sesenta y cuatro?!
-. Verá, yo necesitaría unos filetes de merluza...
-. ¿Su número?
-. No, no lo tengo, pero he recordado al pasar por aquí que necesitaba el pescado.
-. Ya, pero los demás también necesitan algo, sin embargo piden y esperan su turno.
-. Pero si solo necesito eso, además: tengo que ir a casa y cocinarla, que se nos echa encima la hora de comer...
-. ¡Eh!, ¡Oigaaaa! -se escucha desde otro rincón de la pescadería- ¡Que yo también tengo prisa y no podré esperar a mi turno! ¡Así que cuando pueda, recuerde que estoy aquí!...
Imagínese Ud. en esa pescadería, piense en ello por un momento... Del mismo modo que le resultaría imposible aceptar que cada cinco o seis clientes llegase alguno, con intención de ser atendido sin esperar ni pedir turno, de ese mismo modo debemos pensar respecto de las salas de espera de los Centros de Salud.
Cada día tenemos un número creciente de personas que, con un catarro o un simple dolor de garganta, se presentan para ser atendidos sin cita, de una manera que ellos definen con un "Yo es que vengo de Urgencias, oiga"... El noventa y nueve por ciento de las veces su urgencia consiste en tener un proceso común, sin gravedad, similar o parecido al que tienen los otros, los más de cuarenta usuarios que sí pidieron su cita.
Nadie hace nada para evitarlo, es este un asunto en el que el médico se encuentra sólo:
-. los administrativos que inscriben y dirigen al paciente a la consulta no son médicos, por lo que no quieren asumir la responsabilidad de discernir qué casos son auténticas urgencias y cuales no.
-. los mensajes que llegan desde las autoridades sanitarias nunca fueron claros en este sentido, tan sólo apelan al uso racional de las Urgencias Hospitalarias, animando al público a acudir y para su descongestión, a los también sobrecargados Centros de Salud.
De este modo el médico trabaja en un destajo que me resulta dificil de definir, para ser comprendido adecuadamente:
-. a los 6 minutos por pacientes con los que partimos, se ha de restar el tiempo que ocupan estas otras consultas, quedando la media en una ¿dramática? brevedad (insisto, no tengo calificativos). Lógicamente este aspecto incide en una calidad de consulta que, ya en sí misma, resulta dificil de conseguir.
-. los importantes retrasos son norma, con cuanto conllevan de nerviosismo para el personal y de impaciencia para los usuarios.
-. el médico ha de renunciar a sus minutos de pausa, algo a lo que tiene derecho cualquier trabajador, sacrificando su momento de asueto en pro de recuperar los retrasos.
Y no, no son necesarios grandes esfuerzos para entender el crescendo de éste fenómeno: aquél que viniendo de este modo no encuentra problemas: ¿volverá alguna vez a molestarse en pedir y esperar su cita?...
Por favor hagan un uso responsable de las competencias de su Centro de Salud, colaboren con su médico en el mantenimiento del buen nivel asistencial de sus instalaciones, porque en definitiva es labor de todos y nos va la salud en ello.