Camaradas,
Las tropas alemanas del Undécimo Ejército de Manstein que el pasado 17 de diciembre se lanzaron a la ofensiva contra la fortaleza de Sebastopol consiguen avanzar tan sólo paso a paso. Un violento fuego de mortero soviético bien dirigido martillea las reservas alemanas en los claros entre los matorrales y sobre la carretera. Los defensores se encuentran sólidamente situados en refugios de tierra y madera que tienen que ser vencidos uno a uno. Por lo tanto, el ataque de las Divisiones de Infantería 24ª y 132ª se ha convertido en una multitud de acciones separadas. Los batallones de la 24ª División de Infantería se han desangrado literalmente en los combates. El único progreso hasta ahora lo ha obrado la 22ª División de Infantería.
La aguerrida defensa soviética planta cara a Manstein.
El 28 de diciembre, a las 07:00 horas, los agotados hombres de las Divisiones de Infantería 22ª y 24ª se organizaron para el asalto final contra el núcleo de la fortaleza. Los comandantes de regimiento se sentaban junto a sus teléfonos de campo, recibiendo sus órdenes.
“Esfuerzo supremo,” era la orden. “¡La fortaleza debe caer para Nochevieja!” Para Nochevieja. Y así se pusieron en marcha.
Manstein sonríe, con la confianza de que una victoria en Sebastopol aún es posible. Esta misma mañana, los acontecimientos le borrarán la sonrisa de golpe.
Cualquiera que, años después, recuerde esta acción, se estremecerá tan sólo recordándola. Los Regimientos de Infantería 65ª, 47ª y 16ª se vieron inmersos en combates terribles. El Coronel von Choltitz con su 16º Regimiento se encontraba en pleno corazón del ataque. Al anochecer del 28 de diciembre, sus tropas de asalto se habían abierto paso hasta cerca del poderoso Fuerte Stalin, que dominaba el sector norte a las afueras de Sebastopol. Si se aplastaba este fuerte, entonces la carretera estaría abierta hasta la Bahía Severnaya, el gigantesco puerto de Sebastopol. Y cualquiera que dominara la bahía podría estrangular la fortaleza.
Dos ejércitos soviéticos desembarcan en Kerch.
Desembarcos del Ejército Rojo en la costa este de Kerch y en Feodosiya.
Durante la mañana de hoy, 29 de diciembre, las desastrosas noticias han caído en los cuarteles generales de Manstein como una bomba: después de algunos desembarcos preliminares en Kerch, poderosas fuerzas de invasión soviéticas (23.000 soldados y un batallón de tanques) han desembarcado en Feodosiya, sobre el istmo entre Crimea y la Península de Kerch. Han aplastado a las débiles líneas de cobertura alemanas y conquistado la localidad. Las únicas tropas que hay para defender el área se limitan a la 46ª División de Infantería y a algunas débiles unidades rumanas. Todas las demás tropas están volcadas en el combate por Sebastopol.
“¿Qué vamos a hacer ahora, Herr General?” ha preguntado el Jefe de Operaciones del Undécimo Ejército a su Comandante en Jefe. ¿Qué hay que hacer, de hecho? ¿Habría que dejar que las cosas transcurran libremente en Kerch y Feodosiya hasta después de que Sebastopol haya caído? ¿O debería suspenderse la batalla por la fortaleza y enviar las fuerzas así liberadas a los puntos amenazados en la retaguardia del frente?
Las tropas soviéticas desembarcan en Kerch.
Manstein no es un hombre de decisiones precipitadas. Ha caminado hasta la escuela del pueblo de Sarabus, donde el Undécimo Ejército ha tenido sus cuarteles generales desde mediados de noviembre, para estudiar los últimos informes. Él mismo, así como su Jefe de Estado Mayor y el Jefe de Operaciones, tienen sus barracones en la vieja granja situada al lado, en habitaciones muy modestamente amuebladas. Una cama, una mesa, una silla, un taburete con una bacinilla y un perchero eran todos los muebles. A Manstein no le gusta requisar muebles para, como él dice, “crear una comodidad que las tropas no tienen.”
El mapa en la sala de situación de los cuarteles generales revela el peligro mortal en el que el Ejército de Crimea se ha encontrado durante las últimas cinco horas. Unos pocos días antes, en Navidad, unidades del 51º Ejército Soviético habían efectuado un cruce por sorpresa del Estrecho de Kerch, de tan sólo cinco kilómetros de anchura y, después de algunos desembarcos adicionales, el 26 de diciembre unos 5.000 soldados soviéticos habían logrado establecerse a ambos lados de la localidad.
Teniente General von Sponeck.
El Teniente General Conde Hans Graf von Sponeck, al mando del XLII Cuerpo de Ejército, había enviado a sus Divisiones de Infantería 73ª y 170ª al frente de Sebastopol y en ese momento tan sólo disponía de la 46ª División de Infantería. Sin embargo, sus tres regimientos habían conseguido, mediante un rápido contraataque a temperaturas de 30 grados centígrados bajo cero, aislar las cabezas de playa soviéticas y, empeñando sus últimas defensas, barrer a algunas de ellas. En ese momento Manstein suspiró aliviado y permitió que las operaciones ofensivas en Sebastopol continuasen. Pero ahora, 29 de diciembre, con 23.000 rusos dentro de Feodosiya desde las 02:30 horas de la madrugada, la situación es notoriamente peor.
Manstein ha estudiado las flechas rojas sobre el mapa de situaciones. A menos que algunas unidades se interpongan en el camino de los soviéticos, podrían llegar a aislar el istmo de Parpach, la lengua de tierra de algo menos de 20 kilómetros de anchura que discurre entre Crimea y la Península de Kerch, cercar a la 46ª División de Infantería, y golpear la retaguardia de las líneas alemanas ante Sebastopol. Una vez más se ha hecho patente una de los grandes pecados capitales del Alto Mando Alemán contra las leyes de la guerra moderna: el Undécimo Ejército carece por completo de formaciones motorizadas a modo de reservas operativas. Tan sólo queda una solución: desviar a algunas fuerzas del frente de Sebastopol y enviarlas a Feodosiya.
Soldados del Ejército Rojo plantan la bandera soviética en Kerch. La amenaza sobre la retaguardia de Manstein es patente.
Con gran ansiedad, el Jefe de Estado Mayor y el Jefe de Operaciones se han situado junto a Manstein ante el mapa. ¿Hay que interrumpir la batalla por Sebastopol en ese preciso momento? ¿No es eso exactamente lo que los soviéticos esperaban conseguir con sus desembarcos en Kerch?
Manstein y sus oficiales han sopesado la situación. ¿No parece como si en Sebastopol, en el sector de la 22ª División de Infantería, tan sólo hace falta un último esfuerzo para penetrar, al menos, hasta la vital bahía del puerto? Si eso sucediera, se habría obtenido una posición dominante y el ataque sobre la propia ciudad podría suspenderse sin riesgo durante algunas pocas semanas. El control sobre la Bahía Severnaya impediría que la fortaleza fuera reforzada desde el mar. Quedaría firmemente rodeada, y las divisiones liberadas podrían enviarse entonces a Feodosiya y Kerch para expulsar a las fuerzas soviéticas de vuelta al mar. Tan sólo hace falta que el General Conde Sponeck consiga resistir durante otros dos o tres días. Seguramente, reuniendo a todas las reservas disponibles, debería ser posible retener a los rusos en Feodosiya ese tiempo. Ésa, claramente, es la mejor alternativa. En consecuencia, Manstein ha ordenado: “En el sector del norte ante Sebastopol, la 22ª División de Infantería conquistará el Fuerte Stalin y avanzará hasta la bahía del puerto. Al ataque sobre la fortaleza desde el este quedará suspendido; la 170ª División de Infantería se retirará del frente de inmediato y se dirigirá a Feodosiya.”
La traición de von Sponeck.
Hans Graf von Sponeck.
Ha comenzado entonces una carrera contra el reloj. ¿Estarían bien los cálculos? A las 10:00 horas de hoy, 29 de diciembre, en los cuarteles generales del Undécimo Ejército se ha recibido una señal codificada de parte del Cuerpo del Conde Sponeck. Su contenido es alarmante: “Mando del cuerpo evacuando la Península de Kerch. La 46ª División de Infantería ha comenzado a moverse hacia el Istmo de Parpach.”
Manstein se ha quedado estupefacto. Algunos días antes, en Navidad, cuando la 244ª División de Fusileros Soviética efectuó sus desembarcos a ambos lados de Kerch, el Conde Sponeck había sugerido la evacuación de la península. Manstein había rechazado categóricamente la idea y ordenado expresamente que estos accesos cruciales a Crimea debían ser defendidos. Ahora, el General al mando del XLII Cuerpo había actuado sin autoridad contra esta orden estricta.
Manstein ordenó responder con el siguiente mensaje: “La retirada debe ser interrumpida de inmediato.”
Insólita fotografía de von Sponeck, todo un Teniente General de la Wehrmacht, cavando una trinchera con sus propias manos.
Pero el mensaje no ha llegado. Los cuarteles generales del XLII Cuerpo no han respondido. El Conde Sponeck ya ha desmantelado su estación de radiocomunicaciones. Se trata de la primera situación de desobediencia por parte de un general desde el comienzo de la campaña en el Este. Es un caso sintomático que implica principios fundamentales. El Teniente General Hans Conde von Sponeck, vástago de una familia de Düsseldorf de arraigada tradición militar, nacido en 1888, anteriormente oficial de los Guardias Imperiales, es un hombre que hasta ahora ha demostrado un gran valor personal y ser un excelente comandante sobre el campo de batalla. Mientras estuvo al frente de la famosa 22ª División Aerotransportada que en 1940 capturó la “fortaleza de Holanda” mediante un audaz asalto, se había ganado la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro. Más tarde, como comandante de la 22ª División de Infantería en que se había convertido a la División Aerotransportada, se distinguió también por su sobresaliente gallardía durante el cruce del Dnieper.
La significancia de la cuestión reside en el hecho de que el Conde Sponeck ha sido el primer general del Frente Este que, cuando el ataque de dos ejércitos soviéticos contra una sola división alemana le ha hecho enfrentarse a la alternativa de resistir y ser barrido o retirarse, se ha negado a elegir la primera opción. Ha reaccionado a la amenaza soviética no de acuerdo a los principios Nacional Socialistas de liderazgo, sino de acuerdo a su educación de Estado Mayor prusiano. Según ésta, un oficial al mando debe ser él mismo quien juzgue cada situación con precisión y sin pasión, reaccionando a ella con flexibilidad, y no permitir que sus tropas sean masacradas a menos que exista un motivo acuciante e ineludible para ello. Sponeck no ha visto dicho motivo.
La justificación de von Sponeck.
¿Cuáles son los motivos que le han llevado al Conde von Sponeck a la insubordinación?
A pesar de que el propio Sponeck no haya escrito ningún informe, su Jefe de Operaciones y su Jefe de Estado Mayor Adjunto, Comandante Einbeck, han plasmado en un memorandum los motivos del mando del Cuerpo. El Jefe de Estado Mayor del 617º Regimiento de Ingenieros, el Teniente Coronel von Ahlfen, ha escrito también un informe de lo más instructivo.
Los rusos desembarcan con el agua al cuello.
Ésta es la situación que surge de estos informes: Ayer, 28 de diciembre de 1941, la 46ª División de Infantería del Teniente General Himer, reuniendo a todas sus fuerzas, logró aplastar la cabeza de playa soviética al norte de Kerch. Los soviéticos y, sobre todos los caucásicos, habían logrado hazañas increíbles. A pesar de hallarse a menos de 20 grados centígrados bajo cero, habían vadeado la costa empinada sumergidos en agua hasta el cuello y puesto pie en tierra firme. Sin suministros habían resistido durante dos días. Sus heridos se habían congelado, convirtiéndose en carámbanos de carne cubiertos de hielo. Congelados hasta la muerte. Los desembarcos al sur de Kerch habían sido igualmente derrotados. Pero, en ese momento, unidades navales soviéticas atacaron en Feodosiya, 100 kilómetros detrás de Kerch. Un crucero pesado, dos destructores y embarcaciones de desembarco se adentraron en el puerto al amparo de la oscuridad.
Mujeres rusas lloran la muerte de soldados del Ejército Rojo en los combates por Kerch.
Del 147º Batallón de Artillería Costera Alemán, destacado para defender Feodosiya, tan sólo habían llegado a su destino cuatro cañones de 10,5 cm y el personal de los cuarteles generales. Además, tan sólo se encontraban en el puerto un mortero alemán y otro de fabricación checoslovaca. Los buques de guerra soviéticos orientaron sus focos de luz sobre los emplazamientos de artillería alemanes y los cañonearon hasta hacerlos añicos con sus cañones navales pesados. A continuación, los rusos desembarcaron
Una unidad naval soviética se aproxima a la costa protegida por una cortina de humo.
Para combatir a la infantería las fuerzas alemanes disponibles se reducían al pelotón de zapadores de un destacamento de botes de asalto y un pelotón Panzerjäger con dos cañones antitanque de 3,7 cm. Por suerte, el 46ª Batallón de Ingenieros, en ruta hacia el oeste, se había acuartelado en Feodosiya para pasar la noche. El Conde Sponeck puso al Teniente Coronel von Ahlfen a cargo del rechazo de los desembarcos soviéticos. El Teniente Coronel movilizó a todo los hombres que pudo encontrar, rebañando entre los contables, los mecánicos de los talleres, el personal de los almacenes de víveres y de las oficinas postales, una compañía de construcción de carreteras y los hombres de una unidad de señales. A partir de esta amalgama de tropas quedó organizada la primera línea de contención a las afueras de la localidad.
A las 07:30 horas llegó otro mensaje a los cuarteles generales del Conde Sponeck en Keneges: “Los soviéticos están desembarcando también al noreste de Feodosiya en la costa abierta.” De hecho, está desembarcando una división al completo.
Representación artística (soviética) de los desembarcos en Feodosiya.
Unos pocos minutos más tarde, las conexiones telefónicas con el Ejército y con Feodosiya quedaron cortadas justo después de que el Conde Sponeck recibiera la información de que Manstein enviaba a la 170ª División de Infantería desde Sebastopol y a dos brigadas rumanas desde las Montañas Yayla hasta Feodosiya.
¿Cuáles eran las intenciones soviéticas? Su objetivo táctico, claramente, es hacerse con el control del estrecho cuello de tierra entre Crimea y la Península de Kerch y aniquilar a la 46ª División de Infantería así cercada. Pero su objetivo estratégico, sin duda, es irrumpir rápidamente al interior de Crimea desde su cabeza de playa en Feodosiya, ocupar los nudos de comunicaciones detrás del frente de Sebastopol e interrumpir el flujo de suministros del Undécimo Ejército.
Generales Lvov y Pervushin.
Que de hecho los rusos están persiguiendo este objetivo estratégico, y no sólo efectuando ataque locales sobre la costa, lo demuestra el hecho de que sus fuerzas de invasión están constituidas por dos ejércitos: el 51º al mando del General Lvov en Kerch y el 44º al mando del General Pervushin en Feodosiya. El 44º Ejército ya ha desembarcado unos 23.000 hombres de las Divisiones de Fusileros 63ª y 157ª.
El General Conde Sponeck se preguntó a sí mismo: ¿Es la 46ª División de Infantería lo suficientemente fuerte para rechazar hasta el mar a las fuerzas enemigas en Kerch y al mismo tiempo mantener el Istmo de Parpach ante los nuevos desembarcos en Feodosiya? Su respuesta fue No.
El Comandante Einbeck ha escrito lo siguiente: “El mando del cuerpo tan sólo podría recuperar la iniciativa mediante el desvío inmediato del foco de operaciones al área de Feodosiya." Ése era el lugar donde el pelígro de un ataque contra Dzhankoy o Simferopol, que amenazaba entonces al Undécimo Ejército, podía ser atajado. Esta decisión, eso sí, suponía entregar toda la Península de Crimea hasta la línea de Parpach.
El Ejército Rojo en la retaguardia alemana.
El Conde Sponeck ha juzgado, por su cuenta y riesgo, que, a la vista de la responsabilidad que tiene sobre sus 10.000 hombres, no hay tiempo que perder. Debido a su percepción más clara y local de la situación, se ha sentido justificado para actuar contra la orden de su comandante de Ejército. Se ha dado perfecta cuenta de que se está juzgando el cuello. Conoce la ley de hierro de la disciplina militar. Pero también es consciente del deber moral que asiste a un comandante militar de anteponer una orden coherente a una orden formal. No ha eludido el trágico dilema que surge siempre que el deber de un hombre a obedecer choca con su consideración personal de las necesidades operativas.
En consecuencia, a las 08:00 horas de hoy el Conde Sponeck ha dado orden a la 46ª División de Infantería de romper el contacto con el enemigo en Kerch, dirigirse a marchas forzadas al Istmo de Parpach y “atacar al enemigo en Feodosiya y arrojarlo al mar.” Ha enviado una señal al Ejército informándole de su movimiento, y a continuación ha ordenado desmantelar su estación de comunicaciones inalámbricas.
Soldados de la 46ª División de Infantería, en marcha.
Quizás las consideraciones estratégicas y tácticas del Conde Sponeck tengan mucho sentido, sean sobrias y valerosas. Quizás no haya en él traza de cobardía, indecisión o consciencia de culpabilidad. Y sin embargo, a pesar de todo ello, lo cierto es que ha desobedecido una orden superior y faltado a su juramento.
Así, a una temperatura de 40 grados centígrados bajo cero, bajo una ventisca gélida, los batallones de la 46ª División de Infantería, las unidades antiaéreas, de zapadores y los artilleros se han puesto en marcha. La distancia a cubrir es de 120 kilómetros. Tan solo de vez en cuando hacen un alto para proporcionar café caliente a las tropas. Marcharán durante cuarenta y ocho horas enteras, sin dormir, muchos de ellos con congelaciones en los dedos de sus manos, pies y narices. Muchos de los caballos no han sido equipados para el invierno y han desfallecido. Se han derrumbado, muertos. Los cañones que arrastraban, han quedado abandonados sobre las carreteras heladas.
Der Sieg wird unser sein, trotz alledem!
Nichts für uns, alles für Deutschland!