Mientras perdemos nuestros sueños el tiempo pasa sin retorno
Hoy ha sido un día de reflexión, quizás la soledad, la crisis de este país (Estados Unidos) y los últimos acontecimientos políticos en el Perú me han puesto en estado meditativo en estas últimas horas, hay muchas cosas que no puedo comprender aún por más que intento hacerlo pero la realidad me indica que la tolerancia debe prevalecer en mi ante cualquier arrebato que pueda emanar de mi mente.
Y escribo ahora porque acabo de leer la última columna de Mario Vargas Llosa en el diario El País de España, la columna se titula Rinkeby, un relato sincero y honesto de su experiencia en una visita a una escuela pública en Suecia, un relato donde enumera detalladamente, una vez más, sus convicciones y donde deja entrever en pocas palabras su visión de como debe desarrollarse nuestro mundo, debo ser sincero, admiro a Mario Vargas Llosa desde que tengo conocimiento de su existencia, tuve la oportunidad de trabajar muy de cerca a él y a su esposa Patricia allá por 1989 en el PAS, Programa de Acción Solidaria del FREDEMO.
Recuerdo que ese el programa que se había diseñado para darle un soporte a las personas menos privilegiadas de nuestro país al aplicarse el ajuste económico, pero a la vez serviría como una herramienta para hacer de estas comunidades entes sólidos y autogestionables, fomentar la micro producción y elevar los estándares de vida de sus pobladores. Nada de esto se pudo concretar.
Han pasado casi 21 años de esa experiencia y ahora leyendo su última columna puedo ver, con gran satisfacción como ese literario que acaba de obtener el Premio Nobel, mantiene firmes sus ideas de desarrollo y sobretodo de sociedades modernas y pienso entonces cuanto perdimos en el Perú en 1990, cuanto perdió nuestra sociedad, cuanto perdimos como nación y es que Vargas Llosa, como dice afirmar, es un negado para la política, yo pienso que no.
La política, a mi entender, es el arte de servir a los demás, malamente este concepto ha sido desvirtuado, gente que se ha aprovechado de esta para buscar un beneficio personal, así sucede desde hace tiempo y así parece que sucederá por un buen tiempo más, y es que los seres humanos no podemos desprendernos de esa pasión por el poder, pero más allá aún de esa pasión por imponer nuestros criterios a los demás.
Vargas Llosa cometió un grave error, fue honesto, fue sincero, luego llegaría Fujimori y le mentiría al pueblo peruano y este caería rendido ante tal demostración de “viveza criolla” esa viveza que fue impregnada en nuestra sociedad y que nada bueno nos ha traído, al contrario, el desorden y la corrupción han sido sus principales herencias.
En el Perú tenemos muchos sueños, muchos sueñan con la inclusión social, otros sueñan con la riqueza ó la estabilidad económica, otros con la intelectualidad y el logro académico, algunos otros siguen soñando con mantener el poder a toda costa mientras otros sueñan aún con llevarse un pan a la boca día a día y casi todos sueñan con ver al Perú como un país desarrollado, al final todo queda en el olvido al momento de decidir quien nos debe gobernar y es que aquí nuestras mentes sucumben ante nuestro estado primario salvaje y comienza el festín de las tribus por querer lograr el predominio aunque este nos lleve indefectiblemente a perder nuestros sueños una vez más.