Reseña libro uno: La profecía del cuervo.Autor: Maggie StiefvaterEditorial: Ediciones SM
*Gracias aEdiciones SM por el libro*Sinopsis:
Todo el mundo tiene secretos. Los guardamos o nos los guardan, los controlamos o escapan a nuestro control. Ronan Lynch también.Después de haberme leído el primer libro de esta serie y haber comprado que estaba completamente equivocada con la autora tenía que seguir inmersa en este mundo oscuro y mágico que nos presenta, así que prácticamente devore este segundo libro pues en él se nos habla de uno de los personajes que más llamó mi atención.
El gran secreto de Ronan es que puede coger cosas de los sueños y traerlas al mundo real.
Lo malo es que hay alguien más que desea esas mismas cosas. Alguien cuyas intenciones son más siniestras.
Y mientras tanto, las líneas ley que rodean Cabeswater se están debilitando. Glendower es un sueño cada vez más lejano, y Gansey no está dispuesto a permanecer indiferente.
A Adam le perdía el orgullo y a Gansey le perdía su amistad con Adam.
Ese personaje es el señor Ronan Lynch quien desde el primer libro se nos muestra como una persona oscura y llena de secretos. Yo en lo personal no podía pensar en otra que no fuera desenmascarar los secretos de este sujeto y en este segundo libro llegamos a conocer todo sobre y su capacidad especial.
A lo largo del libro vamos conociendo poquito a poquito todos los enigmas de este personaje y debo confesar que estoy completamente encandilada con todo lo que este personaje representa. No quiero dar spoilers pero si quiero decirles que la peculiar habilidad de Ronan me fascino ya que al menos yo jamás había leído sobre un ser capaz de hacer esto.
Y aunque el libro se centra en Ronan no se deja de lado a los demás personajes pues también conocemos un poco más a los demás chicos del cuervo. Por ejemplo, en este segundo libro también conocemos mucho más de Adam y el precio que ha tenido que pagar al hacer el sacrificio (de nuevo si les explico les estaría dando un spoiler, así que sorry). No sé si es cosa mía o qué, pero a veces la bipolaridad de Adam me ponía de malas. Espero que el próximo libro por fin encuentre su camino y deje de estar de emo porque hasta ahora es el único personaje que detesto de la historia.
Al contrario de lo que me pasa con Adam, con Noah siento un especial cariño. No sé si es por su oscura historia o porque simplemente Noah es el chico que siempre está ahí para todos pero me siento mamá gallina con él y más con cierta escena que me hizo sentir un poquito en mi oscuro corazón donde Noah acepta algo más que nunca podrá tener.
Él era Cabeswater, era el árbol de los sueños y era cada uno de los robles cuyas raíces se hundía entre las rocas en busca de ánimo y esperanza. Sintió el pulso y la aspiración de la línea ley atravesándolo... Ah, qué término grosero y mundano para denominarla: línea ley. Se acordó de todos los nombres que habían servido para referirse a ella y los encontró más aptos: pasos de las hadas, sendas de los espíritus, vías cantoras, huellas de antiguo, líneas de dragones, senderos de los sueños. Los caminos de los muertos.
Como en el libro anterior el ritmo de la historia es algo lento de hecho no es sino hasta las últimas hojas donde todo avanza muy rápido, pero que el ritmo sea lento no hace para nada aburrido el libro ya que a su ritmo Maggie nos cuenta una historia llena de misterio y magia
que enganchará desde las primeras hojas.
Quizá de lo único que puedo quejarme esta vez fue de la falta de unión en el grupo, en el primer libro ver escenas de todo el equipo junto fue lo que más disfrute pero por desgracia en este segundo libro cada quien agarra un camino y sentí esa falta de camarería.
Desearía poderte besar, Jane —confesó él—. Si así fuera, te pediría un beso. Imagínate, con todo esto alrededor. —Extendió un brazo hacia las estrellas—. Y después no volveríamos a hablar del tema.
Con eso podía quedar todo zanjado.
Quiero algo más.
—Podemos fingir —propuso ella—. Solo una vez. Y después no volveremos a hablar del tema.
Fuera de eso el libro es perfecto, con unos personajes increíbles (y más personales nuevos que aparecen qué le ponen sabor a la cosa), un romance normalito (de hecho casi es inexistente), y un misterio atrapante.