¡Pasen y vean! Pasen y vean al increíble superhéroe de capa voladora que, pese a su archienemigo, el malvado Dr. Tiempo, es capaz de llegar y estar enseguida cuando se le llama y necesita.
¡Entren y disfruten! del excepcional titán conocido como “La Coraza”, uno de esos valientes que ha logrado derrotar al perverso Profesor Atmósfera aguantando, a veces durante horas, sus malévolos ataque climatológicos con el objetivo de conseguir llegar hasta ese Santo Grial conocido como taquilla y, de esta forma, conseguir unas preciadas entradas para ese concierto que salvará el mundo.
El irrepetible superhombre “Ojos de Búho”, el cual, casi sin pestañear por temor a dormirse, siempre está alerta, bajando, únicamente la guardia cuando obtiene su antídoto; escuchar la cerradura de la puerta o recibir un sms con la frase “hemos llegado bien”
¿Cuantos superheroes conoces?
Podríamos continuar pasando y viendo una y otra vez sucesivamente y, con mucha certeza, encontraríamos miles de super héroes; muchos con capas, otros con antifaz, algunos, incluso, con brillantes armaduras voladoras de metal, y si tenemos suerte, a aquellos que consiguen hacerse invisibles y desaparecer.
¿Pero qué ocurriría si estos grandes seres, agotados de tanta presión mediática, decidiesen coger una excedencia?
¿Repararíamos, entonces, en todos esos pequeños detalles que, queriendo pasar desapercibidos, nos han acompañado a lo largo de nuestra existencia?
¿Nos desprenderíamos, pues, de nuestras vestimentas de Sherlock y sin necesidad de lupa alguna, descubriríamos que esa dulce e intrigante sombra que estuvo a nuestro lado sujetándonos en los primeros pasos o ayudándonos con nuestros iniciales intentos de balbucear palabras, en realidad no era ningún semidiós de larga melena y martillo indestructible?
Efectivamente, con o sin ayuda de Watson, enseguida descubriríamos que tales super héroes son tan solo unos meros elementos de distracción empleados para desviar nuestra atención y no reparar en que, en realidad, esos maravillosos especímenes, son el alter ego comercial de los padres.
Los superpoderes de super papas
Si echásemos la vista atrás, repararíamos en que siempre hemos estado rodeados y protegidos por esos super poderes que no solamente han sabido superar adversidades, sino que, además, se han crecido ante ellas y han luchado por transformarlas en algo mejor; en nuestro futuro o, al menos, en una puerta sin apenas cerrojos hasta él.
Si nos girásemos tan solo 45 grados, veríamos esas figuras que nunca fueron invencibles pero vencieron a todo, esos individuos que, sin armas, conquistaron mundos, esos seres que, sin un extra de purpurina, hicieron la mejor de las magias.
Solo con mirar de refilón, distinguiríamos a nuestros padres.
Nuestro padre. Esa persona que, a veces en equipo y otras en solitario, nos ha hecho un gran número de regalos imperceptibles pero imprescindibles.
Ha conseguido que alcance la libertad que aún a día de hoy, sigue influyendo en el desarrollo del ser que soy.
Me ayudó a aprender.
También me ayudó a entender.
Me enseñó a saltar en los charcos en vez de esquivarlos.
Siempre al cuidado de ti
Con su habilidad de adaptación ante todo tipo de situaciones improvisadas como el comprender, con una sonrisa, mis originales y arriesgados cambios de look, o el escuchar mis rocambolescas historias de amores platónicos sin mencionarme nunca la palabra “desistir”, o, el alentarme, pese a su racionalidad, a luchar por ciertas ideas algo irracionales.
Él. Tú, papá.
Y es que en este proceso que algunos llaman camino, otros recorrido y la gran mayoría vida, lo más importante es saber que tú, papá, nunca has llevado capa porque te la destiñeron en la tintorería. Que tú, papá, jamás has usado antifaz porque ningún anuncio de 3×2 en cristales graduados te convencía. Que tú, papá, con esos primeros avisos de las cervicales y lumbares, siempre hayas reconsiderado el uso del metro frente a esos saltos de cornisa en cornisa con posturas imposibles. Y, en definitiva papá, que jamás te hayas disfrazado y que debajo de tu camisa siempre hayas estado tú.
Tú, y solo tú papá, que nunca has querido cambiar mi mundo dándome la opción de elegir entre usar o no antifaz para ver la vida, ayudándome a abrir los ojos a la hora de despertar y echándome una mano cuando me costaba cerrarlos.
Tú, que tantas y tantas veces has buscado lo que no existe y le has dado la forma con la que la otra persona sueña.
La gratitud, el mejor regalo para tu superheroe
Permitirme acceder a ese mágico universo tuyo, me descubrió que tener la sensación de avanzar sin que te empujen es, simplemente, maravilloso. Me has enseñado a estar en constante movimiento y parar a descansar sabiendo que el siguiente paso está ahí y solo hay que darlo.
Por todo ello, esta noche, cuando mire por la ventana, dejaré de buscar bat-señales en el cielo, restos de telarañas entre los edificios, estelas de fuego o restos verdes de transformaciones agigantadas. No, esta noche, como el resto, levantaré el teléfono y marcaré tu número para escucharte en silencio mientras sonrío y sé que sabes que he descubierto tu identidad secreta.
Él, que me permitió tocar su corazón y, años después recibió el mío personalizado con la mejor inscripción que le define:
“Eres mi héroe”
Porque al fin y al cabo, papá, desde que nací, has tenido el súper poder de mirarme y verme.
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