Hoy quiero expresar a través de estas líneas un sentimiento de pesar al pensar lo que cada día, minuto a minuto, segundo a segundo, ocurre en un sitio tan maravilloso considerado por muchos autores e investigadores “un sitio mágico” y por mis siempre recordados indígenas, los pemones, “La Morada de los Dioses, se trata indiscutiblemente de los Tepuyes.
Pero, te habéis preguntado que son los Tepuyes?
Te diré, que son formaciones rocosas muy antiguas, milenarias cuya aparición se remonta a eras geológicas, y que se deben al fraccionamiento o separación de continentes del cual emergieron formando un gran escudo ¡El Escudo Guayanés!
Estas montañas son tan grandes, elevadas, con pendientes verticales y cimas planas que dan la apariencia de una meseta y abarcan en su totalidad los Estados Bolívar y Amazonas, en Venezuela, extendiéndose hasta el Brasil.
¡Una verdadera belleza! ¡Son verdaderos monumentos naturales! Capaces de mantener una biodiversidad de especies tanto plantas como animales algunas descubiertas, otras quizás por descubrir.
Si ahondamos en la etimología de la palabra tepuy, significa un misterio, una fuente de poder, que interpretado por los pemones considerados como guardianes de esas montañas, le dan un significado de sagrado y misterioso hasta el punto de bajar sus cabezas en señal de respeto por lo que sirve de temor a cualquiera que tengan la intención de dañarlos.
Este lugar tan maravilloso, definido también como el “Mundo Perdido” contiene la famosa cascada más alta del mundo El Salto Ángel, así como cuevas, cavernas, caminos verdes, yacimientos de minerales, metales, piedras preciosas, extensa variedad de flora y fauna de gran atractivo para la investigación y el estudio.
Sin embargo a pesar de ser un lugar protegido desde los años 90 como Parque Nacional O Monumento Natural incluso reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad en el año 1995, ha venido padeciendo de un desastroso ecocidio y etnocidio debido a prácticas que se vienen realizando tales como: deforestación indiscriminada y minería supuestamente ecológica.
Entonces, se preguntaran ¿Por qué a pesar de todo ese reconocimiento se ven sometidos a esas situaciones amenazantes?
Bueno, es difícil crear y mantener la mentalidad conservacionista de aquellas personas que buscan otros intereses a sabiendas de que cada una de esas acciones inconscientes tendrá impactos de magnitudes continentales y lo más grave cambios irreversibles que destruirán ese ambiente tan maravilloso…
Mencionarlos, da muchísimo pesar, pero que ahí están ocurriendo sin remordimiento alguno, mientras que a la par se mantienen los Tepuyes como grandes observadores, latentes, mudos, con la ansiedad de no querer desaparecer para las futuras generaciones, así como esperando ese llamado como lo define el novelista venezolano Don Rómulo Gallegos en su novela Canaima, de “ser tierras donde se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aún circula por ellas el soplo del Creador”
Será, esto cierto? Se cumplirá esta visión?
Esperemos, que así sea para que de una vez por toda…
¡Esta lucha despiadada contra la naturaleza, se detenga!