En nuestro día a día nos enfrentamos con constantes obligaciones y cosas que hacer, decir o pensar: “debería ser puntual”, “debería ser más positivo”, “debería perder unos kilos”, “debería llamar a mi madre a ver cómo le ha ido el día”, “debería dar las gracias”… Pero estos “debería” pueden tomar fuerza y peso hasta convertirse en terribles leyes inquebrantables que rigen nuestra forma de vida, nuestra forma de pensar e, incluso nuestra propia felicidad: “debería tener el cuerpo perfecto”, “debería ser el mejor de la clase”, “debería ganar todos los premios”…
Las ideas irracionales, según Albert Ellis, son “aquellas creencias que perturban al sujeto y que no le dejan vivir de manera satisfactoria”. En otras palabras, son creencias fuertemente arraigadas en las personas que pueden regir sus vidas de una forma que no le hacen realmente feliz y que suelen contener palabras como el “debería”, “tengo que”, “siempre” o “nunca”.
A continuación, te doy unos consejos para eliminar las ideas irracionales de “debería” y poder encontrar así tu propia voz.
√ ¿Cómo se ha formado ese “debería”?
El verbo “deber” según la RAE, es el estar obligado a algo por ley divina, natural o positiva, tener una obligación de corresponder a alguien en lo moral o cumplir obligaciones nacidas de respeto, gratitud u otros motivos. Tenemos que pararnos a pensar el medio por el cual nos exigimos esa obligación presente en nuestra vida.
Normalmente, estos pensamientos se nos instauran de bien pequeñitos por lo que observamos en nuestro ambiente. Por supuesto, se nos habrán quedado más arraigados aquellas enseñanzas que hayan sido transmitidas por figuras de autoridad o de aprendizaje (padres, abuelos, hermanos, profesores,…). Aunque también pueden deberse a interacciones más sociales como el círculo de amigos (sobre todo en la adolescencia), los medios de comunicación, la sociedad, etc.
Una vez queda instaurado ese pensamiento (“esto es así porque así me lo han dicho”), la persona lo interioriza y se obliga a cumplirla. Por ejemplo, a Alicia le encantaba comer patatas fritas cuando tenía 10 añitos. Un día durante una comida familiar, Alicia no paraba de picar patatas hasta el punto de que sus tías le dijeron que debía comer menos, que sí seguía así se iba a poner gordita y las niñas gorditas nunca tienen novio. Hoy en día, Alicia cuenta las calorías de todo lo que come, no se permite saltarse la dieta y si nota que ha engordado o se ve hinchada, es capaz de saltarse comidas por miedo a que nadie la quiera. Alicia piensa que “debería estar delgada para gustar a la gente”.
Por esto mismo, lo primero que debemos hacer es pararnos a pensar el por qué pensamos en ese “debería”, dónde está su origen. Una vez encontrado tenemos que reflexionar sobre el mismo de una forma objetiva. Muchas veces nos daremos cuenta de que son cosas absurdas que alguna vez escuchamos y que no nos hemos parado a pensar.
√ ¿Para qué me sirve ese “debería”?.
Otro punto que tenemos que pensar es el por qué de realizar el “debería”. Normalmente se reducen a tres: convencionalismo o normas sociales, miedo y culpa.
Para convivir en sociedad se han ido creando unas normas sociales para hacer más armoniosa la vida en común. El seguir estos dictámenes vienen de muy atrás, remontándonos a la necesidad de vivir en grupo por primitiva supervivencia: el ser humano en solitario tiene menos posibilidades de salir adelante que si lo hace en grupo. Por este motivo, buscamos el seguir las reglas sociales para ser aceptados en la comunidad y así sentirnos seguros. Normalmente, estos “deberías” no suelen ser los que más perjudiciales, sino que simplemente son aquellos que nos limitan de llevar a cabo ciertas conductas o de decir ciertas cosas.
El miedo suele ser una emoción que mueve de forma imperiosa al ser humano, por no decir la que más. Este viene ligado con el punto anterior de las normas sociales: si tememos que al no realizar el “debería” podemos vernos afectados negativamente, llegando al punto de alcanzar aquello que nos da miedo, siempre tenderemos a preferir llevarlo a cabo aun privándonos de algunas cosas. En el caso de Alicia, ella tiene miedo a acabar sola por lo que prefiere no comer ciertos alimentos a dar posibilidad de que su temor se haga real.
Por último, la culpa también es un aspecto puramente social que promueve los “debería”. De nuevo, está claramente influido por la convivencia humana en comunidad pues estos remordimientos se crean a través de ella. Si nos paramos a mirar en la naturaleza, ningún animal tiene sentimiento de culpa, solamente los humanos hemos desarrollado esta emoción, incluso llegando a inculcársela a algunos de nuestros animales de compañía. En otras, palabras, la culpa es de origen social, no natural. Además, la culpa suele ser una moneda de cambio o chantaje para conseguir cosas o hacer sentir mal a los demás: si realizamos el “debería” no nos sentiremos culpables.
Si nos paramos a pensar en el por qué hacemos lo que hacemos tendremos más consciencia de los “deberías” y podremos discutirlos hasta eliminarlos. “¿Qué pasaría si no hago o digo esto?”.
√ Las creencias, los valores y los principios.
En ocasiones, para llevar a cabo un “debería” sentimos que traicionamos nuestras creencias, valores o principios. Este punto es realmente importante que sea reflexionado, porque una persona es lo que cree, su ética y su moral, traicionar uno de estos es traicionarse a uno mismo. Por esto, hay que barajar si realmente nos compensa dejar de ser nosotros mismos para agradar a otros. Por ejemplo, a Luis no le gusta salir de fiesta con sus amigos los fines de semana porque siempre acaban metiéndose en peleas y él no se considera una persona violenta y lo cree que es un comportamiento vergonzoso, pero sabe que si no sale con ellos le dejarán de lado. Luis deberá sopesar si prefiere ser “otra persona” y salir con sus amigos o si hacer otras actividades que sí considere apropiadas y acordes a lo que piensa.
√ ¿Realizar ese “debería” me traerá la felicidad?
Pocas veces encontraremos que esos “deberías” vayan a contribuir a ser más felices, pues no dejan de ser obligaciones y cosas que realmente no nos gusta hacer (si no, no serían obligaciones).
Si todo lo anterior no termina de convencerte, grábate esta frase en la mente: lo único que debe hacer el ser humano para seguir viviendo es respirar. Incluso, una persona puede seguir viviendo sin comer, beber o dormir, pero respirar es algo fundamental. Cuando te sientas presionado por el “yo debería”, piensa en esta frase, puede que no te haga eliminarlo, pero te ayudará a respirar, nunca mejor dicho.
Tras la lectura de este artículo, seguramente tú también hayas detectado que posees ideas irracionales de “debería” y ahora está en tu mano el hacerlas desaparecer para siempre.
Como reflexión final, te pregunto: ¿crees que sería posible erradicar todos esos “debería” de nuestra sociedad o es algo que va implícito y adjunto a ella? ¿Realmente los necesitamos?
María Cartagena. Psicóloga. Psicología en Positivo.