Aquí les enseño el resultado del experimento...
La acuarela no es lo mío y las corridas de toros pues casi que tampoco, pero lo que no puedo negar es que al margen de la crudeza que supone matar a un animal de esa forma (con todas las excusas, justificaciones o cuestiones que se quieran poner) son estos unos “festejos” que tienen en torno suyo un ceremonial, una estética y un cromatismo bastantes sugerentes a la hora de querer reflejar ese mundo en un papel o un lienzo.