Revista Historia

Los torrentes, el peligro agreste que une Esplugues y L'Hospitalet

Por Ireneu @ireneuc

Antes de que el crecimiento del área metropolitana de Barcelona convirtiera a los municipios del Baix Llobregat más cercanos a la capital en un uniforme continuo urbano, la topografía derivada de formar parte de la vertiente sur de Collserola condicionaba totalmente la ubicación de las poblaciones y su actividad productiva ( ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet).

En Esplugues, las numerosas rieras que bajaban de Sant Pere Màrtir ( ver Sant Pere Màrtir, la carismática atalaya natural del sur de Barcelona) se encajaban en las arcillas rojas de su piedemonte, formando profundos barrancos de hasta 50 m de caída. Unos barrancos que tenían su continuación en el término de L'Hospitalet, donde acababan por morir en contacto con la plana llanura sedimentaria del Delta del Llobregat.

Si bien muchos han sido enrunados, canalizados o transformados, torrentes como el de Can Clota, el de Esplugues, el de Can Nyac, el de Sant Pere Màrtir, el de la Moneda o, en la parte hospitalense, el Torrente Gornal, la Riera Blanca, el Torrent Capó (también conocido como Riera dels Frares, ver La Riera dels Frares, la inadvertida riera saltarina de L'Hospitalet), la Riera de la Creu o la Riera del Canyet, son testimonio de un paisaje agreste que en pocas décadas ha desaparecido bajo el peso del asfalto y el cemento de la gran urbe. Un paisaje que, a pesar de todas las modificaciones inducidas por el ser humano, aún se mantiene vivo y se convierte, en situaciones de grandes tormentas, una grave amenaza por inundaciones para las partes más bajas y llanas de L'Hospitalet.

Una amenaza que, desgraciadamente, no deberíamos de menospreciar.


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