Revista Salud y Bienestar

Los trastornos alimentarios: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa

Por Luza Rios

Los trastornos alimentarios se caracterizan por alteraciones graves de la conducta alimentaria. Los trastornos más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.

La anorexia nerviosa se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores mínimos normales. La bulimia nerviosa, por los episodios recurrentes de voracidad seguidos por conductas compensatorias inapropiadas como el vómito provocado, el abuso de fármacos, laxantes y diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo. Una característica esencial de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa es la alteración de la percepción de la forma y del peso corporal (DSM-IV).

Las características esenciales de la anorexia nerviosa consisten en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, en un miedo intenso a ganar peso y en una alteración significativa de la percepción de la forma o tamaño del cuerpo. Además, las mujeres afectadas por este trastorno, aunque hayan pasado la monarquía (primera hemorragia menstrual), sufren amenorrea. (El término anorexia es equívoco, porque es rara la pérdida de apetito.) (DSM-IV).

La persona con este trastorno mantiene un peso corporal por debajo del nivel normal mínimo para su edad y su talla. Si la anorexia nerviosa se inicia en la niñez o en las primeras etapas de la adolescencia, en lugar de pérdida puede haber falta de aumento de peso (p. ej., mientras que el sujeto crece en altura). (DSM-IV).

Hay otras formas de perder peso como la utilización de purgas (p. ej., vómitos provocados y uso inadecuado de laxantes y diuréticos) o el ejercicio excesivo.

Existe una alteración de la percepción del peso y de la silueta corporal, algunas personas se encuentran «obesas», mientras que otras se dan cuenta de que están delgadas, pero continúan estando preocupadas porque algunas partes de su cuerpo (especialmente el abdomen, las nalgas y los muslos) les parecen demasiado gordos.

Pueden emplear una amplia variedad de técnicas para estimar el tamaño y el peso de su cuerpo, como son el pesarse constantemente en una báscula, la medida de las diferentes partes del cuerpo de manera obsesiva o el mirarse repetidamente al espejo para observar las zonas consideradas «obesas». El nivel de autoestima de las personas que sufren este trastorno depende en gran medida de la forma y el peso del cuerpo. Consideran un logro perder peso y un signo de extraordinaria autodisciplina; en cambio, ven el aumento de peso como un fracaso inaceptable de su autocontrol.

Ante la considerable pérdida de peso, pueden presentar síntomas de ánimo deprimido, retraimiento social, irritabilidad, insomnio y pérdida de interés por el sexo. Pueden presentar también trastorno depresivo mayor o trastorno obsesivo compulsivo.

Muchos de los signos y síntomas físicos de la anorexia nerviosa son atribuibles a la inanición. Además de amenorrea, puede haber estreñimiento, dolor abdominal, intolerancia al frío, letargo y poca vitalidad. También puede haber hipotensión, hipotermia y sequedad de la piel.

La anorexia nerviosa parece ser mucho más elevada en las sociedades industriales, en las que abunda la comida y en las que estar delgado se relaciona estrechamente con el atractivo (especialmente en las mujeres).

Las personas que proceden de culturas en las que la anorexia nerviosa es poco frecuente y que se trasladan a lugares donde este trastorno es más común, pueden presentar la enfermedad cuando han asimilado el ideal de que el cuerpo delgado significa belleza.

Los factores culturales influyen también en las manifestaciones de la enfermedad. Por ejemplo, en algunas culturas la percepción distorsionada del cuerpo puede no ser importante, por lo que los motivos de la restricción alimentaria son entonces distintos: por malestar epigástrico o por aversión a los alimentos.

La edad promedio de inicio de la anorexia nerviosa es 17 años, el comienzo de la enfermedad se asocia muy a menudo a un acontecimiento estresante como, por ejemplo, el abandono del hogar para ir a estudiar.

El curso y el desenlace del trastorno son muy variables. Algunas personas se recuperan totalmente después de un único episodio, otras presentan un patrón fluctuante de ganancia de peso seguido de recaída y otras sufren un deterioro crónico a lo largo de los años. Para establecer el peso del individuo y el equilibrio hidroelectrolítico es necesario que el enfermo ingrese en un centro hospitalario.

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En la bulimia nerviosa los individuos presentan atracones recurrentes y conductas encaminadas a no ganar peso (p. ej., vómitos), y se encuentran excesivamente preocupados por la silueta y el peso corporales. Sin embargo, a diferencia de los enfermos con anorexia nerviosa (tipo compulsivo/purgativo), las personas con bulimia nerviosa son capaces de mantener el peso igual o por encima de un nivel normal mínimo.

Las características esenciales de la bulimia nerviosa consisten en atracones y en métodos compensatorios inapropiados para evitar la ganancia de peso. Además, la autoevaluación de los individuos con esta enfermedad se encuentra excesivamente influida por la silueta y el peso corporales.

Se define “atracón” como el consumo a lo largo de un período corto de tiempo de una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de los individuos comerían, se sienten generalmente muy avergonzados de su conducta e intentan ocultar los síntomas. Los atracones se realizan por lo normal a escondidas o lo más disimuladamente posible.

Los atracones pueden reducir la disforia de manera transitoria, pero a continuación suelen provocar sentimientos de auto desprecio y estado de ánimo depresivo, se acompañan también de sensación de falta de control, como es la dificultad para evitar los atracones o la dificultad para acabarlos.

Muchos individuos usan diversos métodos para intentar compensar los atracones; el más habitual es la provocación del vómito. Este método de purga lo emplean el 80-90 % de los sujetos que acuden a los centros clínicos para recibir tratamiento.

Los efectos inmediatos de vomitar consisten en la desaparición del malestar físico y la disminución del miedo a ganar peso. En algunos casos el vómito se convierte en un objetivo, y el enfermo realizará atracones con el fin de vomitar o vomitará después de ingerir pequeñas cantidades de comida.

La bulimia nerviosa se inicia generalmente al final de la adolescencia o al principio de la vida adulta. Los atracones suelen empezar después o durante un período de régimen dietético.

La familia juega aquí un papel muy importante, a veces el exceso de proteccionismo deja poca iniciativa al individuo, de manera que no se educa a los hijos para saber enfrentarse a la vida, fomentando en contra, la falta de habilidades para tomar decisiones progresivamente más importantes. Por otro lado a veces la propia sociedad en que vivimos nos lleva a un nivel de exigencias desmedidas.

Los trastornos del comer van con frecuencia acompañados de depresión, trastorno de ansiedad o ambos, pero no se sabe si los trastornos emocionales son causas o resultados de los trastornos del comer. Entre un 40% y un 80% de todos los pacientes con trastornos del comer experimentan depresión, y la depresión es común en las familias de los pacientes con trastornos del comer. Algunos expertos sostienen que la depresión no desempeña un papel causal, en particular en la anorexia, ya que los trastornos del comer rara vez se curan cuando se administra medicación antidepresiva como el único tratamiento.

La gravedad del trastorno del comer tampoco se correlaciona con la gravedad de cualquier depresión existente. Además, la depresión a menudo mejora después de que los pacientes anoréxicos empiecen a aumentar de peso.

Las personas con anorexia, están especialmente propensas al trastorno obsesivo-compulsivo. Las obsesiones son imágenes, pensamientos o ideas mentales recurrentes o persistentes que pueden resultar en comportamiento compulsivo (rutinas repetitivas, rígidas y auto prescritas), cuyo propósito es prevenir la manifestación de la obsesión.

Las mujeres con anorexia pueden volverse obsesivas con el ejercicio, la dieta y la comida. A menudo desarrollan rituales compulsivos, por ejemplo, el pesar cada pedazo de comida, cortándola en pedazos diminutos, o poniéndola en envases diminutos. La presencia del trastorno obsesivo-compulsivo con anorexia o bulimia no parece ejercer un efecto negativo en las perspectivas a largo plazo, aunque la mejoría en el trastorno del comer a menudo es paralela a la mejoría en la ansiedad.

La actitud cultural hacia la actividad física va mano a mano con la actitud desordenada en lo referente al comer.   El término “tríada de atletas mujeres” ahora se emplea para describir la presencia de disfunción menstrual, trastornos del comer y osteoporosis, un problema cada vez más común en las atletas mujeres jóvenes y bailarinas. La anorexia pospone la pubertad, permitiéndoles a las atletas mujeres jóvenes retener una figura muscular aniñada sin la acumulación normal de tejidos grasos en los senos y las caderas que podría mitigar su estímulo competitivo.

Los entrenadores y profesores agravan el problema recomendando el conteo de calorías y la pérdida de grasa en el cuerpo y controlando en exceso las vidas de los atletas. Algunos son inclusive abusivos si sus atletas sobrepasan el peso límite y los humillan en frente de los miembros del equipo o precisan castigos.

En las personas con trastornos de la personalidad que los hacen vulnerables a esta crítica, los efectos pueden ocasionar el que pierdan peso excesivo, lo cual se sabe ha sido mortal inclusive entre atletas famosos.

En algunas personas con anorexia, se mostró una incidencia alta de problemas durante el embarazo de la madre o después del nacimiento lo cual pudo haber desempeñado un papel en el desarrollo posterior de trastornos del comer. Estos problemas incluyen infecciones, trauma físico, convulsiones, bajo peso al nacer y mayor edad materna. Las personas con anorexia a menudo tuvieron problemas del estómago e intestinales en edades muy tempranas.

La anorexia es ocho veces más común en las personas que tienen parientes con el trastorno, pero los expertos no saben precisamente cuál podría ser el factor hereditario. Muchos anoréxicos tienen un metabolismo más rápido que las personas normales, quizá haciéndoles más difícil el subir de peso. Esta propensión genética hacia la delgadez acompañada de la aprobación cultural podría predisponer a algunas personas a desarrollar anorexia.

El tratamiento para los trastornos de la ingesta depende de muchos factores, entre ellos: la propia personalidad del paciente y el deseo de cambio; la duración de su trastorno; la edad a que comenzó la enfermedad; su historial familiar; su nivel de habilidades sociales y vocacionales, y la concurrencia de otros trastornos como la depresión.

No es sencillo el tratamiento para los trastornos de la ingesta, sobre todo por las diferentes problemáticas a las cuales pueden estar asociados. Un buen programa de tratamiento ayudara a reforzar la autoestima y enseñara a los participantes como enfrentarse a sus problemas sin incurrir a conductas autodestructivas.

Para los pacientes que lo necesitan, el programa también ayudara a restaurar la salud y la fuerza físicas. En general los objetivos principales de la terapia son:

  • Paliar los síntomas físicos peligrosos o que representan una amenaza para la vida.
  • Ayudar a comer normalmente, descubriendo los pensamientos autodestructivos en relación con el comer, el peso y la comida.
  • Permitir a través del autoconocimiento, cambiar actitudes, pensamientos y sentimientos auto destructivos en relación con el comer, el peso y la comida.

Los métodos de terapia tradicionales animan a la paciente a reflexionar acerca de su infancia, sueños y sentimientos expresados para, de ese modo, adquirir una nueva percepción de su conducta actual. Al reconocer el papel de estas influencias subliminales, la paciente adquiera una nueva percepción de sus acciones y las cambie.

La terapia Racional Emotiva requiere conocimiento y desafío de las conductas y pensamientos autodestructivos, de esta manera la paciente trabaja en las motivaciones interiores, que guían su conducta implica los siguientes pasos:

  • Intensificar el conocimiento de la paciente de sus propios patrones de pensamientos.
  • Enseñarle a reconocer la conexión entre ciertos sentimientos, los pensamientos autodestructivos y la conducta de la ingesta trastornada.
  • Examinar la validez de ciertos pensamientos o creencias.
  • Sustituir las creencias erróneas por ideas más apropiadas.
  • Cambiar gradualmente las suposiciones fundamentales que subyacen en el desarrollo de los trastornos de la ingesta.

La terapia estratégica se basa en tres orientaciones principales: la perspectiva sistémica, el constructivismo y el trabajo clínico de Milton Erickson.

La perspectiva sistémica implica cambiar la atención de por qué existe un síntoma, a cómo este síntoma se mantiene en el presente. Gregory Bateson decía que cualquier tipo de síntoma se mantiene en el ámbito de las relaciones familiares en el presente y, por lo tanto, si lo que se pretende es una modificación de los síntomas tenemos que trabajar sobre la modificación de las interacciones del presente.

El presupuesto de base del constructivismo es que no existe una realidad sino tantas realidades que varían según el punto de vista que escogemos para observarlas.

Milton Erickson es considerado el padre de la intervención estratégica con su concepción unitaria de la persona. Debe utilizarse las limitaciones del paciente y su resistencia al cambio no como un obstáculo sino como una fuerza orientada a la solución.

En la Terapia estratégica se prescriben unas “tareas” que se deben realizar en los días siguientes a la sesión, teniendo como objetivo la eliminación del síntoma.

Las intervenciones se planifican para 10 sesiones, pudiendo llegar hasta un máximo de 20, si no hay resultados se interrumpe el tratamiento.

En algunos casos, como niños o personas que rechazan ir a terapia, la intervención estratégica puede realizarse a través de personas cercanas o familiares


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