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Tres hombres comunes de la ciudad de Camagüey, artesanos que modelan todo lo que le pidan, fueron quienes esculpieron en madera la Virgen de la Caridad del Cobre, obsequiada por el presidente cubano General de Ejército Raúl Castro al Papa Benedicto XVI, durante su reciente visita a Cuba.
Ramón Linares Pimentel, ingeniero termoenergético de profesión; Yoel Eliza Lecusay, mecánico automotriz y Wilfredo Bárbaro Diego Miranda, quien desde los cuatro años de edad dibujaba con maestría, están sorprendidos aún de que la obra de ellos fuera escogida para que repose en la Santa Sede, en el Vaticano.
Cuenta Ramón que recibió una llamada de una amistad desde La Habana, interesado en complacer una petición de Eusebio Leal, Historiador de La Ciudad, de tallar en madera la virgen y que él aceptó la propuesta del colega, conocedor de sus habilidades, y sumó a ese propósito a Yoel y Wilfredo, los que en veinte jornadas de ocho horas, en el modesto taller del reparto Villamariana, cumplieron el compromiso pactado de donar la figura, sin ningún interés monetario ni conocer de antemano cuál sería el destino final.
Emplearon madera de guayacán, abundante en Pinar del Rio y Guantánamo, considerada por ellos como la más factible para el trabajo de detalle, la terminación «es mucho más bonita y al oxidarse parece bronce, hay algunos que son más azulosos, negro o verdosos y la calidad de las piezas es superior», precisó el líder del grupo, miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA).
No es la primera figura creada, han elaborado otras, como el «Nacimiento de la Virgen», cuando los marinos estaban buscando sal en la Bahía de Nipe y la creación de Jesús, uno en posición vertical y otro horizontal con camellos y todo.
Tomaron como plantilla un almanaque donde aparece la imagen de la Virgen de la Caridad, aunque le incorporaron otros detalles como el fondo marino, explicó Ramón a la vez que emocionado, porque entre tantos artistas cubanos de fama internacional, como escultores, pintores, ceramistas y diseñadores, escogieran el trabajo de ellos.
«¡Qué más orgullo que ese. Y nosotros camagüeyanos», exclamó, mientras este hombre de 47 años, 19 de éstos como artesano, compartía una mirada cómplice con Yoel y Wilfredo, y recordaba la comercialización suya de piezas con la ACAA y el Fondo de Bienes Culturales.
Ramón: ¿Artista o artesano? «Seguimos siendo artesanos, aunque uno lleve el artista por dentro, pero siempre nos van a decir que somos artesanos, aunque esa pieza esté allá. ¿Cuándo vamos a serlo? No se cuándo me den ese nombre».
Él no lleva la cuenta de cuántas obras han hecho en estos años y en poco más de dos en que se le unieron estos artesanos, Yudel motivado por un primo que lo metió en el mundo del tallado, y Wilfredo, después de romper con ciertas concepciones familiares de dedicarse mejor a otros trabajos, menos al de las artes para el que nació y se consagra.
La mirada de muchas personas, conocidas o no, se vuelven hacia el trío, de ágiles manos que desde hoy pasan al pabellón de la fama como los artesanos de la Virgen de la Caridad entregada con afecto al Papa Benedicto XVI, tras el ruido de las trinchas, del dremel, equipo diminuto dedicado a la talla y del rectificador de ángulo o devastador.
(Fuente: Cubadebate/Periódico Adelante)
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