Ahondando en esta misma línea, Ignacio Álvarez de Mon, en su libro 'Emprendedores sociales', nos describe los tres desafíos del emprendedor social, siguiendo los estudios de Paul Tracy de la Universidad de Cambridge y Nelson Phillips del Imperial College Business School.
Los tres desafíos que identifica son: Responsabilidad, equilibrios e identidad.
Responsabilidad
El primero es el de la responsabilidad: el emprendedor social es responsable, en función de la misión social que se ha dado, respecto de sus beneficiarios, aquellos que se benefician en última instancia de su labor.
En realidad, todo empresario o todo directivo tiene una responsabilidad: ante sus accionistas, ante sus empleados, ante sus clientes... en general, ante sus 'stakeholders'. Si hablamos de un emprendedor puede que, según el estado de su empresa, éste abanico de personas o instituciones ante los que es responsable sea más reducido pero a cambio puede fácilmente incluir a su familia o amigos si éstos han por ejemplo apoyado financieramente su iniciativa. Lo diferencial del caso del emprendedor social es que, aunque es cierto que se dice que la sociedad en general es también 'stakeholder' de cualquier empresa, lo cierto es que en el caso de la empresa social ésta responsabilidad social es parte intrínseca y definitoria, no sólo algo colateral. Además, esa responsabilidad social tiene unas connotaciones éticas y emocionales de las que carecen otro tipo de responsabilidades.
Equilibrios
equilibrios: el emprendedor social ha de atender al mismo tiempo objetivos sociales y comerciales, superando las tensiones propia de esta doble gestión.
Derivada de esa implicación ética y emocional, el equilibrio que debe mantener el emprendedor social entre la acción social propiamente dicha y las exigencias de sostenibilidad económica por otra, es muy complejo, tal y como comentábamos en un post anterior.
Identidad
identidad: cómo incorporar naturalmente en lo que hacen y en lo que son, esa doble alma social y comercial.
Casi corolario de lo anterior, las implicaciones de ese equilibrio son muy personales y afectan a la personalidad y la identidad.
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Desde luego, si ya el emprendimiento por sí mismo es ya un desafío, si le añadimos estos tres ingredientes propios del emprendimiento social, esta actividad roza casi lo heróico...