Actualmente, existe una palabra que se usa con mucha frecuencia, como si su sola pronunciación fuera suficiente para “enverdercerlo” todo, más aún en estos tiempos donde afrontamos una crisis ecológica global (y que estaría enmarcada, para algunos, en una crisis civilizatoria: https://www.nocreasnada.com/crisis-civilizatoria/).
Esa palabra es sustentabilidad. Hay quienes usa sostenibilidad y, otros, que discuten la diferencia entre uno u otro término. Personalmente, creo que esa diferencia se da entre quienes hablamos español. En inglés, por ejemplo, el término al que me refiero es sustainability. El doble significado (sustentable/sostenible), y candente debate, es una trampa de nuestro lenguaje.
En todo caso, sea que hablemos de sustentabilidad, sostenibilidad o sustainability, lo cierto es que una palabra tan en boga corre el riesgo de perder su significado o significados, como procederé a ilustrar.
Y es que cuando leemos, desarrollo sustentable, agricultura sustentable, entre otras sustentabilidades, solemos caer en la ilusión de que todas y todos los que usan el tan manoseado adjetivo, comparten el mismo sentido del término.
Eduardo Gudynas, un investigador uruguayo, ha logrado identificar, groso modo, tres sentidos en torno a esta palabra: sustentabilidad débil, fuerte y súper fuerte. Pero antes de explicar cada una, quiero comentar dos cosas más: la primera, para quienes estén interesados en ahondar más sobre el tema, el trabajo de Gudynas en el que baso estas reflexiones es “Desarrollo y sustentabilidad ambiental: diversidad de posturas, tensiones persistentes” (2011); y la segunda, es que tratare de combinar estas distinciones con una aproximación filosófica, si me lo permiten. Para ello, me haré eco de lo que el filósofo boliviano Juan José Bautista llama la función crítica de la crítica, en su libro “¿Qué significa pensar desde América Latina?” (2014). Esa función estaría dividida en tres: un crítica parcial, sistémica y anti-sistémica.
Hechas estas dos aclaratorias, proseguiré con mi reflexión.
La sustenbilidad débil o crítica parcial, piensa que la sola modificación de los procesos productivos con miras a reducir el impacto ambiental es suficiente, o que la implementación de políticas de conservación garantizará el crecimiento económico. Esta mirada deja por fuera que, precisamente, el crecimiento económico no se la lleva muy bien con la conservación y/o la justicia social: yo sigo sin entender como la comida órganica ha resultado ser más cara que los alimentos procesados, es como si la economía nos dijera “endeudate para comer sanamente, o ahorra al comer malo y barato, pero moriras tempranamente”.
La sustentabilidad fuerte o crítica sistémica, amplia la visión del problema al comprender que no toda la naturaleza puede ser reducida a una mercancía (capital natural le llaman los economistas). Sin embargo, esta mirada sistémica parece olvidar que la separación entre el ser humano y lo que llamamos naturaleza es la base o fundamento, la raíz, de una forma de ser, hacer y pensar que se torna cada vez más problemática (para muestra tenemos la distópica idea de la minería espacial: https://www.nocreasnada.com/mineria-en-el-espacio/). En ese sentido, no es capaz de apreciar que la forma “moderna” de hacer las cosas no es la única y que quizá, las soluciones no son únicamente “modernas”. Requeriremos, pues, de otras visiones de mundo.
Es allí donde traría la sustentabilidad súper fuerte o crítica anti-sistémica. Si en el caso anterior uno puede criticar al capitalismo o al socialismo por su irresponsabilidad ecológica, con este enfoque ahora seríamos capaces de cuestionar su base fundande, la modernidad, de la cual han emergido la voluntad de control de la naturleza, la hiper-industrialización y la sociedad del consumo, por citar tres casos. Al asumir que la naturaleza es un sujeto de derecho y no un objeto a ser dominado y explotado, sacude el marco cognitivo de la civilización occidental y abre las puertas para un encuentro de muchos mundos, para la realización de un pluriverso (una ecología de meditación atenta es una de las tantas iniciativas que están procurando el retornar al flujo de la vida del cual formamos parte: https://www.nocreasnada.com/ecologia-de-meditacion-atenta/). No existe “una” naturaleza humana (https://www.nocreasnada.com/sobre-la-naturaleza-humana/), sino formas históricas de existencia. Si abrimos los ojos, puede que nos percatemos, como dice el antropólogo colombiano Arturo Escobar, que es el mundo de la modernidad el que nos está matando.
Ahora que estamos en la época de los “17 Objetivos de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas”, se hace cada vez más necesario (¡y urgente!) reconocer de qué nos están hablando cuando nos hablan de sustentabilidad, ¡no vaya a ser que nos estén metiedo gato por liebre!
Y ustedes, ¿qué piensan qué es la sustentabilidad? ¡Me encantaría leer sus comentarios!
NOTA FINAL: La imagen de la entrada la encontré en shutterstock.com