Si los seres humanos fuésemos menos egoístas nos daríamos cuenta que en la gran tarta de la existencia, hay pastel para todos, siempre y cuando que los trozos se repartan correctamente, aunque este es un criterio que no comparten los que más tienen, pues no conformes con tener dulce suficiente para llenar su abultada barriga, pretenden quedarse con la tarta entera, y luego, pasa lo que pasa, que les sale el azúcar hasta por las orejas, y cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde, pues están tan inflados de glotonería, que acaban reventando.