Revista Diario

Los últimos de Filipinas

Por Negrevernis

Hoy decidí dedicar unos minutos de la mañana a convertirlos en fructíferos, a darles la vuelta y dejar que pasaran más despacio. De forma perfectamente premeditada me levanté con el firme propósito de hacer de un puñado de rayitas de mi reloj algo saludable, aunque eso supusiera respirar hondo antes de coger el picaporte de una clase o saludar con sonrisa casi amable al primer alumno consentido que me cruzara por el pasillo. Mi empeño casi fugaz fue defender a toda costa que en cada una de mis clases hay, al menos, un alumno dispuesto a aprender y una familia empeñada en educar.
Los últimos de Filipinas.


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