Los valores del sistema, transmitidos por la educación en la primera infancia, son esencialmente de dos órdenes:
1. La obediencia.
2. La valoración personal en relación de las cosas que se posee.
Así, la obediencia a las indicaciones del mundo establecido, con los años se imprimen en diferentes grados y diferentes matices. El concepto de autoridad, lo que hay que hacer y lo que no se debe hacer, la gama de los prestigios, los tabúes, el ánimo, la belleza, etc... se incorporan. El punto es: no discutir y respetar.
Está claro que renegamos todo eso en nuestro concepto de cuestionamiento permanente del mundo establecido: el sistema.
Nuestro cuestionamiento no es ni gratuito ni destructivo, por el contrario. Para nosotros se trata de comprender lo que se cuestiona, así, lo que es válido persistirá y lo que es mentiroso se hundirá por la actitud crítica.
Constatamos que muchos valores, faltos de sentido o también perjudiciales para el ser humano, se perpetúan por simple costumbre o formalidad.
En lo que concierne el valor personal en relación a lo que se posee y no a lo que se es, se trata de una forma de "cosificación" muy fuerte que se incorpora desde la primera infancia. Así tener, "poseer" es uno de los valores máximos del sistema y para las personas, todo a lo largo de la vida, desde la infancia, pasando por la adolescencia, la edad adulta, la vejez, se desarrolla en una vida de acumulaciones y de pérdidas, de éxitos y de fracasos, en el sentido de la posesión.
Todo es objeto de posesión: los juguetes, luego los bienes, el conocimiento, el aspecto físico, etc... Todo eso arrastra el bloque en la comunicación humana.
Desde nuestro punto de vista los objetos son en general instrumentos, los utensilios, los medios, más precisamente las prótesis. No tienen ningún valor en sí mismo, sino un valor en cuánto a su empleo. Este valor es la capacidad de utilizarlos con más o menos eficacia para hacer algo. Por ejemplo, un juguete es hecho para jugar, divertirse, prestarlo y crear relaciones. Así que el interés de un objeto es el de hacer algo con él, de construir y de servirse de él para establecer “la intercomunicación".
Lo que es importante para nosotros es: dar, compartir, intercambiar, ayudar y ser solidario.
Lo que es importante para el sistema es: poseer, retener, sacar, utilizar y conformarse.
Es evidente que cuando una persona entra en el movimiento viene educada por el sistema y trae con ella sus valores y su educación, (cosificación). Sin embargo con el tiempo, nuestros valores y nuestros procedimientos reemplazan los anteriores.
Si hay conflictos o si los valores anteriores prevalecen sobre los nuevos, las resistencias que se producen, las reservas y las superposiciones hacen que se produzca una mala formación y una atmósfera extravagante de mezcla entre nuestros valores y los del sistema. Esto a corto o largo plazo, producirá una ruptura.
Es deseable incorporar nuevos procedimientos y nuevos valores, incluso comprendiendo que no hemos elegido los anteriores; los nuevos valores son el producto de un gran intencionalidad y una gran opción.