El separatismo se abre camino no solo en Cataluña y el País Vasco, sino también en otros muchos lugares de España donde antes nunca había tenido fuerza: Navarra, Baleares, Valencia, Galicista, Canarias... ¿Por qué en España crece la desintegración, cuando en el resto de Europa los viejos nacionalismos se debilitan? ¿Cómo puede explicarse la fuerza de ese peligroso fenómeno que amenaza con destruir España? La única respuesta lógica y convincente es que los políticos españoles han fracasado rotundamente y que han construido un país tan injusto, corrupto e indecente que el sentimiento de escapar y abandonar este insoportable Estado español crece por todas partes. Los independentistas no quieren romper España solo por odio, sino porque se sienten maltratados por un Estado que no resuelve problemas y que ha creado, sin democracia, sin ciudadanos y con indecencia impune, un país injusto y sin valores, que huele mal y no gusta a nadie. ---
No es fácil responder con acierto y certeza a la pregunta de quien es peor enemigo de España, si Artur Mas o los que han gobernado mal este desgraciado país: González, Aznar, Rajoy y Zapatero. Yo al menos no sabría responder. Artur Mas es enemigo porque está promoviendo la división y el odio, adoctrinando, mintiendo, manipulando y arruinando a su pueblo, pero el terrible cuarteto de González, Aznar, Rajoy y Zapatero lo son porque, desde el poder, han construido una nación injusta, corrupta, desequilibrada, desigual, incapaz de atraer a nadie y donde apenas quedan resquicios de ilusión y esperanza.
La España que han creado los dos grandes partidos españoles, al carecer de democracia, justicia y decencia, mas que atraer repele y es incapaz de generar ilusiones colectivas y objetivos comunes, dos sentimientos imprescindibles para que un pueblo se convierta en nación.
Para muchos españoles, Rajoy y Zapatero, dos pésimos dirigentes políticos cuyos liderazgos han desquiciado, debilitado y empequeñecido a España, deteriorando seriamente la convivencia y destruyendo el orgullo de ser español, son tan enemigos de España como Artur Mas y sus secuaces y tan culpables como los mas rabiosos independentistas de la desintegración de España.
En el mundo actual, las naciones no se crean por decreto. Las leyes sólo sirven cuando los pueblos se sienten participes y cuando la aventura de convivir y avanzar juntos en la Historia convence e ilusiona. En España se han cometido tantas fechorías desde el poder, que apenas queda pegamento para unir a los pueblos y ciudadanos que integraban la nación.
¿Unen o separan canalladas e injusticias padecidas por los españoles, como la injusta distribución de la riqueza, la corrupción, el desempleo masivo, el despilfarro de los gobernantes, el endeudamiento salvaje, los impuestos abusivos, las estafas impunes, como la de las participaciones preferente y otros productos tóxicos, los privilegios inmerecidos de los políticos, las promesas electorales incumplidas, las mentiras y manipulaciones, el abuso de poder, la impunidad de los poderosos, la politización de la Justicia, el asesinato de la democracia y la marginación de los ciudadanos, por citar apenas unas pocas de las desgracias que la sociedad soporta?
Sin duda separan y destruyen la nación.
El comportamiento de Artur Mas, con toda su irresponsable rebeldía, planteada desde el odio, la falsedad, la corrupción y la manipulación, sin ni siquiera haber alcanzado la mayoría simple en las últimas elecciones "plebiscitarias", es delictivo y repugnante, pero que nadie olvide que ese sentimiento independentista y rompedor ha crecido por culpa del PSOE y del PP, de sus debilidades, cobardías y tolerancia con la corrupción y el abuso catalán. Felipe Gonzñalez, Aznar, Zapatero y Rajoy han colaborado en la construcción, piedra sobre piedra y traición sobre traición, del hoy enorme edificio de la Cataluña que odia a España y quiere romperla.
Durante décadas, los políticos españoles, a cambio de los votos catalanes que necesitaban para gobernar, permitieron a Pujol y a sus cómplices practicar la corrupción, adoctrinar a los jóvenes, estimular el odio a España, apostar por la división y convertir a Cataluña en un coto privado del nacionalismo.
El obsceno espectáculo de una Cataluña independentista que, infectada de fascismo y corrupción, quiere imponer la independencia, incluso siendo minoría, contra la ley y la democracia, es únicamente el resultado de la corrupción española, de la falta de valores, de la injusticia reinante, de la inexistencia de democracia y de un liderazgo político nefasto, sostenido por dos grandes partidos, el PSOE y el PP, que han acumulado en su historia errores y suciedades suficientes para ser precintados y eliminado del juego político en España.