LOS VERRACOS DE CASTILLO DE BAYUELA
En la zona serrana de la provincia de Toledo (sierra de San Vicente) , limitando ya con la de Ávila, se encuentra la pequeña localidad de Castillo de Bayuela.
En un lugar destacado de este pueblo, un grupo de tres esculturas zoomorfas, adscritas al misterioso (por desconocido) conjunto de los verracos vettones.
Se trata de un toro, un verraco (cerdo macho reproductor) y una cerda.
Una tradición cuenta, que junto a la cerda aparecieron seis cerditos, que en la actualidad se encuentran incrustados en la pared de una cerca.
Estos animales de piedra fueron descubiertos en los alrededores del Cerro de Torre Castilla en el siglo XVI.
El toro destaca por su tamaño y la perfección de su formas. El verraco muestra las consecuencias de la erosión ocasionada por Cronos.
Mientras que la identificación de la cerda es muy complicada.
En este último caso la imaginación de cada uno tiene mucho que decir.
El que se encuentren precisamente entre Toledo y Ávila, puede ser indicativo de una de las funciones de estas esculturas; delimitar territorios.
En el caso concreto de los verracos de Castillo de Bayuela, servirían para separar a vetones de carpetanos.
Según M Pilar González - Conde Puente en Elementos para una delimitación entre vettones y carpetanos en la provincia de Toledo,
"Los verracos también marcan los límites territoriales y de influencia entre vetones y carpetanos al norte de la provincia de Toledo".
Uno de los verracos mejor definidos en sus formas, los jamones claramente marcados, un tosco gigantismo genital, el hocico y las orejas aún dejan vislumbrar la placidez de su rostro.
Siempre el enigma de los orificios ¿ojos?, ¿base de la cornamenta?, ¿algún tipo de ritual desconocido?
Los cuartos traseros y el gigantismo genital, símbolos inequívocos de fertilidad y masculinidad. El toro ha sido venerado desde el más pasado remoto por las sociedades mediterráneas.
El cerdo.
Estas esculturas no son nada primitivas. Antaño se las consideraba horribles, inferiores a las damas y guerreros esculpidos por los iberos. Menos detallistas, quizás, pero no menos hermosos.
Además la talla en granito, como éstos, es más laborioso y difícil que la de areniscas de aquellas.
Cerdos de granito, toros impertérritos vigilan sus pastos, custodian los caminos, heroizan a sus guerreros, el martillo revitalizó la piedra, el escultor alumbró al zoomorfo que dormía en el granito.
Recuerdos de un lejano pasado, los hombres no escribían, transmiten sus conocimientos, secretos si acaso, e inquietudes, por medio de estas enigmáticas estatuas.
Fuente: http://herodotohistoriant.blogspot.com.es/2013/10/los-verracos-de-castillo-de-bayuela.html
Revista Cultura y Ocio
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