Aquellos con algunos añitos comienzan a preguntarse si los viejos dispositivos nos permitirán hacer un viaje al pasado. Muchos añoran esa Internet amigable, simple y más intrigante orgánicamente. Los equipos viejos, que todavía funcionan, nos pueden llevar a esos tiempos que están siendo añorados. Todavía está latente esa mirada sobre si alguna vez un mundo en línea que pudiese haber sido absolutamente “real”.
La añoranza a tiempos pasados y esa noción que siempre “han sido mejor”, son una evocación a un mundo que ya no existe. Escribir con una “Bic” sin tapa mientras se cocinaba arroz, medido para llegar a fin de mes, son templanzas de otros tiempos. Las pantallas llenas de estática, en nuestra portátil, todo el cuarto cableado para contar con acceso a Internet, son instantes propios de los viejos dispositivos. Allí podemos comenzar a sentir que hemos viajado en el tiempo, aunque sigamos en pleno siglo XXI.
Las viejas plantillas de cálculo de Lotus y los noveles procesadores de textos nos pueden llevar a tiempos que hoy pueden considerarse como “prehistóricos”. Muchos equipos portátiles, de principios de siglo, siguen funcionando, aunque da la sensación que la denominada “obsolescencia programada” ya los ha alcanzado. Cuando se consigue algún equipo de este estilo no necesitamos preocuparnos por el número de serie u otros detalles que puedan ser de interés para el rastreo.
Qué nos ofrecen los viejos dispositivos
Los equipos añejos ofrecen, como un primer cambio, una nitidez y apagado totalmente diferentes a los actuales. La pixelación es atenuada por el brillo de la pantalla, pero es una marca registrada de la época. La conexión a Internet sigue funcionando, pero nos da algunas complicaciones o nos retrotrae al clásico “sonidito” del dial-up. Esas miradas anticuadas nos permiten viajar en el tiempo y sentir que hemos vuelto a nuestra niñez, adolescencia o primeros contactos con el mundo cibernético.
Mientras muchos especialistas señalan que no se puede viajar al pasado, pero sí al futuro, esta situación retro nos permite un viaje imaginario a otra realidad. Además, al viajar sin viajar, no tendremos esos cambios físicos que supuestamente se han confirmado que se dan. Los adelantos científicos han generado modelos de eventuales sucesos si uno viaja en el tiempo, pero nada que se pueda comprobar con suma certeza.
Un mundo diferente
Tener un momento de retorno al pasado y sacarnos de la vorágine cotidiana es muy positivo. Claro que, para la nueva tecnología, un equipo con más de diez años también nos puede generar alguna complicación. No solo desde el punto de vista de la diferencia en criterios de trabajo o protocolos de conexión a Internet. También estamos hablando de equipos que se “mueven” a otros tiempos. Es como si usáramos una máquina de escribir, sería volver a la primera parte del siglo XX. Esta situación nos permitirá reconocer el gran salto de la tecnología en apenas una década.
Volver al pasado es solo posible en nuestros sueños o, como cuando encontramos, algún elemento anticuado que nos lleva a otros años. Este acercamiento a viejos dispositivos nos permite rememorar años donde los avances tecnológicos eran más lentos. Todavía no se ha podido comprobar que viajamos en el tiempo. Sin embargo, estas situaciones nos llevan, en nuestra memoria, a viejas vivencias.
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