Revista Comunicación

Los vigilantes -de tal palo

Publicado el 10 junio 2024 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran
LOS VIGILANTES -DE TAL PALO
No hay que ser un genio para reconocer quién es el padre de Ishana Night Shyamalan, que estrena su primer largometraje como directora, Los vigilantes (2024). Tampoco aporta demasiado decir que la hija sigue los pasos del padre, algo, por otro lado, que resulta comprensible y natural. Estamos ante una película de misterio y terror en el que una persona corriente, Mina (Dakota Fanning) se enfrenta a una situación extraordinaria. Tras la presentación de la protagonista, una empleada de una tienda aves con una vida gris -y un trauma a descubrir-, la heroína se interna en un bosque y se queda atrapada en él. Es el arranque de esta película lo más endeble del argumento: no sabemos si Shyamalan quiere plantear un engima anclado en la realidad a lo Perdidos (2004-2010) o si pretende un argumento surrealista, más abstracto, en la línea de El prisionero (1967-1968). En ambos casos, el planteamiento me parece fallido, se queda en tierra de nadie y eso acaba lastrando el resultado final. Los vigilantes comienza a interesar cuando Mina se encuentra con un misterioso grupo de personajes, atrapados como ella en el bosque. Es entonces cuando la película comienza a operar bajo una serie de reglas, aparantemente arbitráreas pero interesantes, que obligan a los personajes a actuar de cierta manera para salvar la vida ante una amenaza desconocida. Con esta mecánica se desarrolla la mayor parte de un film entretenido, con varios momentos inquietantes, con una puesta en escena elegante y creativa, y un diseño de producción sólido que disbuja un mundo oscuro, de atmósfera terrorífica y fantástica. Una pena que el guión haga demasiado evidente la metáfora de su planteamiento: los personajes ven, en un viejo televisor, un reality show de los 90 que parece reflejar irónicamente su propia situación. Siguiendo la estela de su padre, Ishana Night Shyamalan no revela qué película estamos viendo hasta el último tercio del metraje, cuando se dedica a desarrollar una mitología que puede ser lo más estimulante de Los vigilantes y que deja una sensación más satisfactoria al salir de la sala del cine, que la mala impresión que experimentamos en los primeros compases de su película.

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