Regreso a Fjälbacka por séptima vez. En esta ocasión, Camilla Läckberg nos presenta el crimen del nuevo contable del ayuntamiento del pueblo. La historia del joven taciturno se entrelazará con la de Annie, su novia de juventud, que ha vuelto, junto a su hijo pequeño, Sam, al faro propiedad de su familia.
Además de ellos dos, conoceremos también a los hermanos Vivanne y Anders, que han llegado con la intención de restaurar el antiguo balneario en el que el consistorio ha invertido una elevadísima suma de dinero.
En cuanto a los personajes principales, esos que llevan acompañándonos desde el comienzo, han sufrido un durísimo golpe, consecuencia de ese accidente de tráfico con el que se cierra La sombra de la sirena, el libro anterior.
Así, Patrik se reincorpora al trabajo tras el nacimiento prematuro de sus gemelos, mientras que Erica se dedica a sus tres hijos y en los ratos libres escribe su nueva novela, hasta que la curiosidad puede con ella y se ve implicada, una vez más, en la resolución del crimen.
El equilibrio entre la trama policíaca y la sentimental, entre el crimen y lo que acontece en las vidas de aquellos que ya consideramos parte de la familia, es perfecto, como es habitual. Como en las anteriores entregas además, encontramos una historia ambientada en un tiempo pasado, finales del siglo XIX, que guarda relación con el caso. Esta parte se distingue del resto porque aparece en letra cursiva.
Aquí, no obstante, y a diferencia de las otras seis obras, el elemento sobrenatural cobra mucha importancia. Pese a que en un primer momento temí que esto pudiera restar credibilidad, lo cierto es que su inclusión es más que acertada.
Sin embargo, el tema central es la violencia de género, un tema que ha estado presente desde La princesa de hielo, pues recordamos que Anna sufría malos tratos por parte de su marido, pero que ahora se vuelve fundamental, es más, es el motor que mueve la acción.
Esta entrega es la que menos me ha convencido de la serie, y no lo ha hecho porque es más lenta y hay tramas, como la de los hermanos y el spa, que no aportan nada a la historia, no encajan.
Sus libros, por lo general, son frescos, amenos y muy ágiles, pero aquí la cosa ha perdido chispa. En teoría la serie estaba comprendida, en un principio, por siete libros, pero ya se ha publicado un octavo, La mirada de los ángeles, y este último tampoco parece ser el definitivo. Solo espero que ahí remonte, porque si continúa estirándose, por mucho que las tramas policíacas sean diferentes e independientes en cada entrega, la fórmula que tan bien le funciona a Läckberg se acabará por romper.