Revista Historia
Los visigodos Leovigildo y Liuva I Leovigildo (el de la derecha) y Liuva I (izquierda) eran hermanos. Los dos fueron soberanos del reino visigodo de Toledo. Esta miniatura de un manuscrito conocido como Semblanza de reyes (c. 1095, Biblioteca Nacional, Madrid, España) reproduce las figuras de los reyes visigodos Liuva I (izquierda) y Leovigildo. El reino visigodo comenzó su verdadero desarrollo en la península Ibérica con el reinado de Leovigildo, el cual fue asociado al trono por su hermano Liuva, en el 568, para gobernar, en un principio, Hispania. Cuando éste falleció, en el 572, Leovigildo pasó a reinar en solitario durante catorce años.
Al comienzo de la edad media, Toledo se convirtió en la capital de un reino que ocupaba lo que hoy son España y Portugal. Ese reino fue el visigodo, y duró casi doscientos años.
¿QUIÉNES ERAN LOS VISIGODOS? El pueblo godo procedía de Germania (una región de Europa que coincidía, más o menos, con la actual Alemania). Desde el siglo III hasta el siglo VI, llegó a tener un gran poder en el continente, a medida que el Imperio romano vivía su crisis final. El godo fue el primero de los pueblos germánicos que se convirtió al cristianismo. A finales del siglo IV, se dividió en dos ramas: los ostrogodos y los visigodos. Desde finales del siglo IV, los visigodos ejercieron una gran influencia en el Imperio romano. A comienzos del siglo V, el rey visigodo Ataúlfo condujo a su pueblo hasta Hispania (éste era el nombre que los romanos daban a sus provincias de la península Ibérica). Los visigodos firmaron un acuerdo con Roma y, finalmente, se establecieron en el sur de la Galia (la actual Francia). Allí fundaron el reino visigodo de Tolosa, cuya capital era la actual ciudad francesa de Toulouse. En el año 416, los visigodos regresaron a la península Ibérica, esta vez, como aliados del Imperio romano, que les había encargado expulsar de Hispania a otros pueblos germánicos invasores (suevos, vándalos y alanos). Después de vencerlos, los visigodos comenzaron a asentarse en la península Ibérica. En el 507, los francos (otro pueblo germánico) derrotaron a los visigodos en la actual Francia, lo que puso fin al reino de Tolosa. Por ello, la población visigoda de este reino cruzó los Pirineos para establecerse en los territorios peninsulares: así nació el reino visigodo de Toledo.
EL REINO VISIGODO DE TOLEDO El primer gran monarca del reino visigodo de Toledo fue Leovigildo, que, durante su reinado (568-586), consiguió que casi todos los territorios de la península Ibérica estuvieran bajo su control. Durante el periodo que su hijo Recaredo fue rey (586-601), los visigodos se convirtieron al catolicismo (hasta entonces practicaban el arrianismo, otra forma de cristianismo). Otro importante monarca visigodo fue Recesvinto, en cuyo reinado (653-672) se unificaron las leyes que deberían aplicarse en el reino visigodo. En las últimas décadas del siglo VII, el reino visigodo se encontraba muy dividido, ya que muchos territorios estaban gobernados por los nobles. En los primeros años del siglo VIII, aumentó la lucha por el poder entre las dos familias más poderosas del reino, la de Chindasvinto y la de Wamba. Esta situación, casi de guerra civil, facilitó la invasión musulmana. El último rey visigodo, Rodrigo, fue derrotado y muerto, en el 711, por los musulmanes, en la batalla de Guadalete. Así desapareció el reino visigodo de Toledo y nació al-Andalus.
LA CULTURA VISIGODA La cultura visigoda estuvo dominada por la Iglesia. Los visigodos adoptaron el latín como lengua propia. La figura más destacada de la cultura del reino visigodo de Toledo fue san Isidoro de Sevilla. Escribió una obra, titulada Etimologías, que ha sido considerada la primera enciclopedia cristiana. La arquitectura visigoda fue una de las más avanzadas de su tiempo. Se utilizaba la piedra como principal material de construcción, y en sus edificios se empleaban los arcos de herradura. Algunas de las más importantes iglesias construidas por los visigodos en la península Ibérica fueron la de San Juan de Baños (Palencia), la de Santa Comba de Bande (en Orense), la de San Pedro de la Nave (en Zamora) y la de Quintanilla de las Viñas (en Burgos). Los visigodos se interesaron mucho por la orfebrería (el arte de labrar metales preciosos). Sus obras más conocidas en este campo fueron las coronas votivas (las que los reyes ofrecían a la Iglesia cuando eran coronados). Algunas fueron encontradas en el llamado tesoro de Guarrazar (una localidad de Toledo), como la del rey Recesvinto.