El pasado miércoles, el veterano transbordador Discovery de la NASA aterrizaba en la base Cabo Cañaveral del Centro Espacial Kennedy, en Florida, después de su último viaje. Su llegada fue anunciada como el principio del fin de la era de los transbordadores, que concluirá definitivamente el 28 de junio con el lanzamiento del Atlantis, el último gran «elefante» de la agencia espacial norteamericana. Como en una paradoja del destino, tan solo unos días antes de que el Discovery tocara tierra, otra nave, ésta de la compañía aeroespacial Virgin Galactic, había partido del mismo lugar en un vuelo de prueba. El avión suborbital SpaceShipTwo, conocido como VSS Enterprise, abrirá, con toda seguridad, una etapa muy diferente en la historia de la investigación del cosmos, ya que será el primero perteneciente a una empresa privada que lleve científicos al espacio. Sucederá en 2013. Antes, posiblemente a principios de 2012, comenzará sus vuelos turísticos, un capricho para ricos por el que compiten un amplio ramillete de compañías.
La explotación del cosmos ya se ha confirmado como un negocio. De hecho, la participación de las empresas privadas puede ser la única vía de escape para las agencias espaciales gubernamentales, ahogadas por la falta de fondos y con algunas de sus misiones planetarias pendientes de un hilo. Un grupo de expertos, entre ellos varios astronautas y altos cargos de la NASA, pedía a principios de este mismo mes en una carta abierta al Congreso de EE.UU. que apoyara los vuelos espaciales comerciales. Esto permitiría que naves privadas todavía por construir transportaran a los astronautas a la ISS. Mientras, la NASA tendría tiempo para proyectar un cohete que pudiera llevar al ser humano más lejos, hasta un asteroide o, incluso, hasta Marte. Barack Obama ya ha otorgado 1.600 millones de dólares a empresas privadas para el desarrollo de nuevos vehículos espaciales durante los próximo cinco años, aunque los más críticos han expresado su preocupación por las cuestiones de seguridad.
Virgin Galactic, la compañía del millonario británico Richard Branson, es la gran aventajada en esta carrera de larga distancia. Ha fabricado una nueva generación de naves cuyo propósito original era transportar turistas a unos 100 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Pero ahora ha abierto el filón. La compañía ha llegado a un acuerdo con el centro de investigación Southwest Research Institute (SwRI) de Colorado para que su nave, la SpaceShipTwo, no mucho mayor que un jet privado y con plazas para seis pasajeros y dos pilotos, sea ocupada por varios científicos. El objetivo es poder realizar experimentos en ingravidez relacionados con la formación de los planetas, los orígenes del Sistema Solar o la biología.
El viaje espacial, previsto para 2013, será el primero privado de carácter científico que se se haya realizado jamás. Seguramente, le sucederán muchos más, ya que este tipo de aviones permiten realizar investigaciones que no pueden llevarse a cabo en tierra.
Vuelo de placer
Además de la aventura científica, Virgin Galactic prosigue con su intención de ser la primera empresa comercial de turismo espacial, logro que intentará cumplir a principios de 2012, según afirma a este periódico Bru&Bru, agencia de viajes acreditada por la compañía para reservar los pasajes en España. Virgin Galactic ya ha ingresado 68 millones de dólares de unos 380 clientes que han reservado su asiento por 200.000 dólares (unos 144.000 euros). En el viaje, que dura cuatro horas y media, podrán ver la curvatura de la Tierra y experimentar la ingravidez durante cinco minutos antes de regresar al flamante aeropuerto de Spaceport, en Nuevo México, diseñado por Norman Foster y cuya primera pista fue inaugurada en octubre de 2010.
La de Branson no es la única empresa dispuesta a acercarnos a las estrellas. Entre sus competidoras se encuentra Blue Origin, del fundador de Amazon, Jeff Bezos, que también ha mostrado interés por los vuelos científicos. Otra de ellas es Space X, curiosamente también de un grande de internet, Elon Musk, creador del sistema de pagos online Paypal. Uno de sus prototipos, el Falcon 9, puede alcanzar la órbita baja de la Tierra, por lo que podría servir de carguero para transportar mercancías hasta la estación espacial.
El vehículo suborbital de Xcor también podría despegar en 2012 y la compañía Space Adventures, que en 2001 puso en órbita a Dennis Tito, el primer turista espacial, proyecta una nave con el gigante Boeing. Precisamente, Space Advertures prevé retomar sus vuelos a la Estación Espacial Internacional en 2013 tras llegar a un acuerdo con la agencia espacial rusa, Roscosmos. Aunque aún no se han desvelado los precios, es de esperar que sean de vértigo. La agencia también prevé acercar a sus clientes a la Luna en 2020.
«Seré el primer astronauta diabético»
Quiso ser piloto de aviones y no le dejaron por su diabetes. Ahora Josu Feijoo, un montañero que ignora los límites de su enfermedad —ha hecho cumbre en el Everest y otros «ochomiles»— tiene el billete 144 para saltar al espacio. Ya ha superado todas las pruebas y está a punto de lanzarse a su nueva aventura. Será uno de los turistas espaciales que volarán en la nave «Enterprise» con la compañía Virgin. Aunque él prefiere autocalificarse de otra forma: «Seré el primer astronauta diabético». Su viaje permitirá saber cómo se comportan la insulina y la glucosa en microgravedad. Durante las cuatro horas y media que dure el trayecto se hará controles en sangre y transmitirá los resultados. Pero, sobre todo, su propósito es otro: «Quiero que los chavales con diabetes sepan que su enfermedad no es una barrera para hacer lo que se propongan. Lo mío no es un capricho de ricos». Feijoo viajará en la misma nave que Ana Bru, dueña de la agencia de viajes Bru&Bru. Antes lo hará el lotero de Sort, el primer turista espacial español.Via: abc