El 15M marcó un hito en la historia de España, aunque todavía está por ver si será de los que todos recuerdan y se estudia en las escuelas o quedará relegado a anécdota de estudio por futuros politólogos y antropólogos. En cualquier caso, aquel mes de revolución social hizo surgir a los indignados, jóvenes apolíticos, decepcionados y en completo desacuerdo con los políticos. A la sombra de estos manifestantes surgían también los denominados yayoflautas, personas de avanzada edad que salieron a las calles para manifestarse junto a sus nietos.
En apoyo a los jóvenes indignados
La indignación política hizo que muchos jóvenes se lanzaran a la calle el 15 de mayo de 2011. Las protestas se generalizaron en todas las ciudades de España y los llamados indignados lograron extender su consigna a todo el mundo. Movimientos similares se registraron posteriormente en ciudades como Nueva York o Tel Aviv. Los jóvenes de entre veinte y treinta años se convirtieron en los representantes de toda una ciudadanía harta de los desmanes y los engaños políticos y a la sombra de estas nuevas generaciones surgieron en silencio otros manifestantes denominados yayoflautas, personas de avanzada edad que se unieron a la lucha de sus nietos para pedir justicia social.
De nuevo la inmigración
Los yayoflautas son en general ancianos mayores de setenta años que ven como el futuro de sus nietos se desdibuja. Tras años de lucha y duro trabajo, después de conseguir estudios y buenos empleos para sus hijos, la tercera edad ve ahora como sus nietos se quedan desamparados, como vuelven a echarse la mochila a los hombros para abandonar a sus familias y salir al extranjero en busca de los que su propio país no es capaz de darles: un empleo. Las generaciones más ancianas se han plantado ante esta situación y se niegan a que se pierdan los derechos conquistados y los avances logrados. Su sabiduría y su templanza se han convertido en un gran ejemplo para los jóvenes indignados, que los han recibido con cariño y respeto.
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