En la Serbia de los años 90, una vez finalizada la guerra, Stefan, un muchacho de 15 años, vive el rechazo de sus compañeros de clase y de todo su entorno por la actividad política de su madre en favor del gobierno de Slobodan Milosevic a medida que la oposición toma las calles y arrecian las manifestaciones contrarias al mismo.Lost country es la primera película que consigue estrenarse en nuestro país de Vladimir Perisic, un cineasta serbio que suele contar con cofinanciación francesa, un factor importante a la hora de entrar en los circuitos de distribución internacional, y que podríamos llamar especializado en cine político y en la historia reciente de su país y de la antigua Yugoslavia. En 2009 había dirigido Ordinary people, presentada en el festival de Cannes, un drama bélico sobre el entrenamiento de jóvenes soldados, y en 2014 formó parte del equipo de directores responsable de Los puentes de Sarajevo, un documental sobre dicha ciudad.
En esta ocasión Perisic se ha centrado en un momento puntual de la historia de la recién creada República de Serbia a finales de los años 90, la época convulsa de los últimos años del gobierno del polémico Slobodan Milosevic, centrándose en un adolescente que vive un profundo conflicto a la vez personal, familiar y político. Se diría que el director convierte al chico en un símbolo de su también joven país, presionado por un régimen autoritario, que el guion materializa en la figura de una madre narcisista que intenta anular a su hijo manteniéndolo en una infancia prolongada y que con su actitud lo genera un proceso autodestructivo que a lo largo del film va conduciéndolo paulatinamente al abismo.
El análisis político que lleva a cabo el film es reduccionista y simple: el pueblo se levanta valiente, al parecer en su totalidad, sin que existan diferentes sensibilidades entre la población, ante un régimen opresor, sordo y ensimismado, que solo sabe responder con una represión cada vez mayor. Ni siquiera el hijo de una de las principales y más conocidas portavoces del gobierno encuentra en su entorno ningún apoyo al mismo, ni tampoco incluso a nadie dispuesto a dejar de responsabilizar a un menor de edad por la actividad política de su progenitora. Este planteamiento tan extremo y sesgado se traduce en un desarrollo dramático igualmente mono dimensional dirigido a manipular las emociones del espectador: el protagonista es una víctima acorralada por la que solo cabe sentir lástima, así como indignación contra la madre, única responsable de la situación.El buen hacer a nivel técnico de Perisic, no obstante, consigue mantener el interés de la película a pesar de la pobreza de su esquema narrativo. El resultado es una obra que se ve con agrado a la espera de algún giro que consiga hacerla superar su condición de panfleto, lo cual por desgracia no llega a producirse.
- [message]
- ##check## Lo bueno
- La buena técnica del director y el trabajo del actor protagonista.
- ##times## Lo malo
- Un planteamiento simple que no consigue superar la condición de panfleto político.
- [accordion]
- Dirección 6.0
- Perisic consigue con su puesta en escena mantener el interés hasta el final a pesar de lo pobre y reduccionista de la historia.
- Guion 4.0
- El retrato político se limita a la caricatura y el desarrollo de los personajes y del guion busca poco más que provocar la lástima y la indignación del espectador.
- Intérpretes 6.0
- El chico protagonista transmite con convicción la vulnerabilidad y la confusión propias de su edad.
- Ritmo y montaje 6.0
- El proceso autodestructivo del joven protagonista avanza de una manera equilibrada a lo largo del metraje.
- [message]
- Puntuación Total 5.5 / 10