Lost girls

Como ya comenté en la entrada sobre La liga de los hombres extraordinarios, considero a Alan Moore el mejor guionista de comics de la historia. Eso no quita que tenga trabajos menores como La liga o incluso algunos que sean bastante malos, como es el caso en mi opinión de Lost girls.
En Lost girls Moore nos cuenta un supuesto encuentro que se produce a principio del siglo XX entre Alicia la del país de las maravillas; Dorothy la de la lejana tierra de Oz y Wendy del país de Nunca Jamás. Pero claro, la atribulada cabeza de Moore no se podía contentar tan solo con juntar estas tres personajas de la literatura clásica, debía darle una vuelta de tuerca más, esa vuelta de tuerca que se le da tan puñeteramente bien. Cuando las tres mujeres, de edades muy dispares, se encuentran en un hotel austríaco, en lugar de tomar el té y charlar de sus vidas burguesas se dedican a contarse entre sí sus diversas, y depravadas, vidas sexuales. Efectivamente, Lost girls es un comic pornográfico, y su contenido es bastante subido de tono, hasta llegar a resultar pesado y en ocasiones desagradable.
Moore indaga sobre la edad que tenían los tres personajes en el año de la publicación de sus respectivas novelas, y descubre que ambas podrían haber coincidido en el tiempo: Dorothy como una veinteañera, Wendy con unos treinta y pico, y Alicia ya bastante mayor, con la cincuenta o sesenta años. Y revisiona las historias de las tres desde un punto de vista completamente distinto al que nos han contado hasta ahora. Coincide que las tres han viajado a mundos fantásticos en edades muy tempranas, la perversa mente de Moore interpreta esto como el descubrimiento de la sexualidad.
De esta forma podemos ver como los tres simpáticos compañeros de Dorothy por Oz no son más que granjeros que trabajan para su tío y con los que ella realiza todo tipo de perversiones. Uno es idiota, otro grandote y cobarde, el tercero no tiene ningún tipo de miramiento por ella y por último acaba acostándose con su tío, que en realidad es su padre, y a la vez un poderoso mago. Wendy descubre que Peter no es tan santito como ha aparentado todos estos años, es un joven sin hogar y una entrepierna muy calenturienta. La joven Wendy se lo montará con otros niños indigentes llamados los niños perdidos y acabará teniendo ciertos problemas con un depravado adulto que tiene una mano agarrotada en forma de garfio. Alicia, tras ser violada a edad temprana por un tipejo al que apodaban el conejo siente total repugnancia por los hombres y se vuelve lesbiana. Tras esto cae en una espiral de lujuria y se va a vivir con una de sus profesoras que la arrastra a acostarse con otras mujeres en diversas orgías, todo esto con mucho ajedrez de por medio, gemelas gordas y feas, hombres con extraños hábitos sexuales y que fuman en pipa y fiestas apresuradas.
Las tergiversadas historias nos son contadas a lo largo de la obra mientras las tres protagonistas practican sexo entre ellas y con los empleados del hotel, y con sus maridos y novios y con todo Quisque en general. Esto nos enlaza con el inicio de la Primera Guerra Mundial que se desarrolla en esos momentos en Europa. Cierto es que me encanta como Alan Moore revisa desde otro punto historias clásicas, y que en Lost girls tiene detalles geniales, y que, por ejemplo, el primer capítulo es fantástico, u otros dos que son paralelos son muy ingeniosos, pero en general me ha resultado pesada. Tantas escenas de sexo llevadas hasta extremos insospechados terminan por resultar realmente cansinas, y el cuidado a la hora de enlazar los pequeños detalles que tanto caracteriza a Moore no está tan afinado en este caso como en otros.
Para terminar tengo que decir que el dibujo de Melinda Gebbie no me gusta nada, no me termina de agradar ese estilo. Es curioso comentar que durante esta colaboración, que se alargó desde 1991 hasta 2006 siempre acompañado de controversia, Moore terminó por dejar a su mujer para casarse con Gebbie, de la que se había enamorado perdidamente.