Revista Cine
Director: David Lynch
Me gusta David Lynch, he visto casi toda su filmografía. Desde hace meses que tenía ganas de volver a ver dos películas que considero hermanas, no por lo inentendibles como por sus relatos divisorios. Éstas son, claro, "Lost Highway" y "Mulholland Drive", de las que tenía muy, muy buen recuerdo. La segunda me ha vuelto a gustar y, como he seguido las instrucciones o pistas que Lynch dio en algún momento, la he llegado a comprender de mejor forma (aunque tampoco es tan compleja como aparenta ser, vamos); todo lo contrario puedo decir de "Lost Highway", que a pesar de no parecerme tan compleja tampoco, sí es un tremendo despropósito que, además, no llega ni remotamente a ser buena película. Si ésta no me ha gustado me imagino lo terrible que me parecerá "Wild at heart" si es que la vuelvo a ver, lo que luce poco probable considerando la indignación que me hizo sentir semejante basura. Una verdadera lástima, porque "Lost Highway" de verdad me había gustado y cautivado en su momento, ¿un año antes de haber comenzado el blog? En fin, estas cosas pasan...
Un saxofonista comienza a vivir una auténtica pesadilla cuando recibe enigmáticos videos que contienen grabaciones de su casa y su esposa, la que también esconde bastante tras su coraza de fría y sensual esposa.
La gran premisa de Lynch es que el protagonista está loco: hombre enloquece, todo se confunde, ¡zas!, símbolos por doquier, ahí se las ven intentando comprender el embrollo. Pero por simplista la película pierde dimensión, pues como sabemos que una historia es la proyección mental de la otra, entonces el asunto pierde su gracia: está claro de qué va la cinta y no importa realmente qué significa el mafioso, el chico mecánico y el viejo pálido pues de base no hay enigma, intriga, misterio: el tipo se consumía por los celos, descubrió cosas sobre su esposa y hace lo que vemos a los cuarenta minutos de película, el resto es un cúmulo de explicaciones enrevesadas y ultradeformadas que buscan darle interés a una historia que en realidad no lo tiene, sin mencionar que la segunda historia no tiene razón de ser. En otras palabras, Lynch se encanta armando vanos laberintos mientras pierde el norte, o mejor dicho, olvida de dónde vino y hacia dónde debe ir: pierde la noción del tiempo y el espacio. Por lo demás, el relato sigue siendo un despropósito sin pies ni cabeza, no por indescifrable como porque en términos narrativos la película no funciona, no se sostiene, carece de cohesión y coherencia interna: "Lost Highway" es una sucesión de pequeñas cápsulas de calidad variable, en las que destacan algunos episodios mientras que otros, la mayoría, se pierden en un mar de ininteligibilidad y letargo, cansancio. La película es densa y pesada, curiosamente con nulo contenido pero con montones de artificios y trucos que más que deslumbrar, aturden y desorientan (en el mal sentido), distraen. La primera parte es francamente un reto a la paciencia, viendo a este saxofonista recibir videos, recados misteriosos y mirar raramente a su mujer, todo hilvanado a la rápida y sin sentido del ritmo, sin un atisbo de construcción narrativa ni audiovisual (no porque hayan colores rojizos, mucha oscuridad y un permanente fondo sonoro "misterioso" quiere decir que estéticamente se nos propone algo); luego vemos a un chico tirar con la novia de un mafioso y finalmente vemos "porno" y transformaciones varias. Fin. Por si el descuidado y aletargado relato no fuera poco, también tenemos la típica "atmósfera" lynchiana, que ahora me pregunto si es puramente onírica o simplemente cansina, incluso soporífera. La respuesta la podremos encontrar en el tratamiento psicológico de los personajes, que como es prácticamente nulo, nos conduce al vacío total: la imagen no tiene tempo, entidad, narrativa; nada sucede realmente.
Lo que me ha gustado es más bien un esbozo, un retazo, un paso en falso: ese interés que tiene Lynch en adentrarse en lo putrefacto de las cosas que por fuera lucen esplendorosas y hermosas, paradisíacas (la casa, las cercas, las colinas), pero que por dentro rebosan rabia y odio, muerte, depravación. También me ha gustado su imaginario y la manera en que lo plasma en imágenes, que en un sentido estrictamente superficial me parecen exquisitas y sugerentes; lástima que Lynch no las insuflara de buenas historias. Otro elemento que me gustó es el frenetismo que a veces golpeaba y borraba el letargo que producían su no-historia y no-atmósfera, especialmente el final, una genialidad en sí misma (como pequeña cápsula que es). Pero esto no es suficiente, pues entre contados buenos momentos, tenemos la inconsistencia disfrazada de atmósfera y trama, y que a mí, ésta vez, no me ha convencido en lo absoluto.
La película se podría resumir o explicar fácilmente con una línea del protagonista, quien señala, luego de que unos policías le preguntaran por qué no le gustan las cámaras, que prefiere recordar las cosas a su manera ("I like to remember things my own way"), luego complementado con un "no cómo son, sino como yo las recuerdo". El tipo, entonces, vive su vida tranquila y perturbada, enrarecida, que es lo que su mente imponía, mientras que las grabaciones le muestran lo que pasó, la verdad. Del resto ya no se me ocurre ninguna interpretación y ni falta hace, pues como digo, está claro que el tipo está loco y su viaje se mueve entre lo real y lo inventado. Quizás la vuelva a ver en un par de años más si es que me entra la puta gana. Y yo que la tenía en alta estima...