Revista Cultura y Ocio
Me decidí a leer este libro no porque tratara sobre el nazismo sino porque lo hacía desde un punto de vista totalmente diferente al habitual; me interesaba en tanto estudio lingüístico (además de apasionada de la literatura, siento gran interés por lo que tiene que ver con el lenguaje) Victor Klemperer era judío y filólogo. Como consecuencia de lo uno, sufrió la represión nazi. Si se salvó de la deportación (y la muerte) fue por estar casado con una no-judía, pero eso no le libró de las vejaciones y limitaciones o de perder su trabajo de profesor universitario para terminar trabajando como obrero en uan fábrica.Como una forma de sobrellevar toda esa situación, comenzó un diario que le acompañó durante todo ese tiempo y en el que iba registrando como los nazis pervertían el lenguaje, acomodándolo a sus fines. No se trata de una crónica ni de unas memorias sino, tal como el autor dice, de los apuntes de un filólogo. Aunque no se trate de ua cróncia histórica ni de unas memorias, lo cierto es que a través de esos apuntes, también nos permite vislumbrar algo de la realidad alemana durante aquel periodo y también de las vivencias y del estado de ánimo del propio Klemperer. LTI es el acrónimo de Lingua Tertii Imperii, término acuñado por Klemperer para referirse a la neolengua que los nazis crearon para difundir su política y sus ideas nacionalsocialistas. Leyéndolo te das cuenta –y da un poco de miedo- que algunas por no decir muchas de las artimañas que se usaban son práctica común en la actualidad (partidos políticos, publicidad, medios de comunicación). El marketing social tiene su nacimiento o al menos su impulso en la LTI. Te ayuda a entender algunos de los motivos que facilitaron hicieron que el nazismo prendiera- (el militarismo y el apego a la disciplina de los prusianos). También explica –en el capítulo llamado Sión- como de alguna forma fueron los propios judíos quienes también facilitaron con su visión de pueblo elegido, por encima de nacionalidades –el que Hitler los usara como “culpables de los males de la nación alemana”. En más de una ocasión Klemperer hace mención a la extrañeza que le causa que antiguos compañeros de facultad u otras personas cultas, con estudios y preparación, sucumban ante muchas de las falacias de Hitler. Me hizo recordar una película –Good- protagonizada por Viggo Mortensen en que vemos como Halder, un profesor de literatura, pacífico y nada beligerante, termina convertido en miembro de las SS. En esa película hay un momento en que un amigo judío de Halder responde a éste, cuando le pide que se marche del país, que no tiene por qué hacerlo, ya que es tan aleman como él. Eso mismo lo dice el autor del libro; el es y se siente alemán. Hemos forjado la cómoda teoría de que los nazis eran unos locos degenerados y psicópatas. Por supuesto que algunos lo serían pero muchos otros eran gente normal y corriente, como nosotros. Como dice Todorov Si hubiéramos estado nosotros en su lugar,habríamos podido ser como ellos. (Frente al límite)