Quiero agradecerle a Rodrigo Cortés el habernos regalado a la dama Weaver en una interpretación de esas que sabe hacer tan bien y no escribe nadie.
Me hubiese encantado decir que es una gran película, que gira sobre sí misma y te deja al final sentado en la butaca pasamado como después de haber vivido un huracán. Pero me temo que el giro se queda en un enroque o más bien en un lío del que se sale con cierta dificultad.