Recién terminado un apasionante encuentro entre el Real Madrid y el Regal Barcelona, las redes sociales fueron el contenedor de múltiples opiniones sobre los pequeños detalles que marcaron tanto el final del partido como las dos prórrogas. Uno de ellos fue el factor Llull, difícilmente definible o clasificable. Un factor que cuando es positivo suele arrastrar a su equipo a la victoria, determinante. Ayer vimos las dos vertientes, también la negativa, que sirvió de contrapeso a su notable actuación en otros apartados.
Porque Llull es un tipo diferente, un escolta con cuerpo de base o un base con las prestaciones de escolta. Laso sabiamente ha sabido exprimir esas cualidades para hacerlas una, letal en bonanza de tiro a canasta.
Su progreso en cancha es proporcional al éxito del Madrid. Cuando sus luces se apagan, otro tiene que asumir su rol. Esta temporada el paso al frente de Sergio Rodríguez, con unos increíbles porcentajes desde el triple, supone ese plus que los blancos necesitaban. La suma del mejor Chacho con el mejor Llull convierte en una poderosa arma el "backcourt" madrileño.
Se preguntan muchos qué impulsa a un jugador a lanzarse 17 triples en un mismo encuentro. Locura, desparpajo, confianza en uno mismo...escojan el término que más les convenza. Saltarse las indicaciones explícitas del entrenador en el tiempo muerto para preparar los segundos decisivos también me dicen por ahí que es de "crack". Cierto. Los grandes de este deporte lo han hecho y lo harán, guiándose por la fábula del perfecto líder, nunca escrita pero repetida hasta la saciedad desde tiempos de mini-basket.
Y sí, jugador drafteado por la NBA. No supe acertar el encaje de Llull al otro lado del charco. Con Navarro no tuve ninguna duda, porque compartiendo características físicas con el mallorquín, le supera con creces en lanzamiento exterior. Las comparaciones son odiosas, pero en este caso la balanza se decanta ampliamente a favor del catalán, cuyas sombras son bien tapadas por sus luces. Navarro no tuvo éxito en la NBA por un simple motivo: falta de confianza severa del entrenador de turno. Punto. Estamos hartos de ver jugadores con escaso talento y demasiado físico que se hacen imprescindibles por allí.
Desde la gerencia de los Rockets, franquicia que ostenta los derechos de Llull, le veían hace un par de años como un buen jugador de complemento para dar descanso desde el banquillo al base titular. Dudo que esa apreciación haya sido modificada en este tiempo. Le falta esa consistencia real en el tiro para poder entrar por la puerta grande en Houston.