Tras los vaivenes del Nobel de Literatura entre autores más o menos (más bien más) desconocidos, éste de Vargas Llosa es en cierto modo un respiro: Vargas Llosa es conocido de casi todo el mundo, desde luego en nuestra lengua.
Otra cosa es que guste más o menos esta o aquella obra literaria, y -puesto que el asunto cuenta para el Nobel literario- eso mismo suceda con sus vaivenes ideológicos y políticos. No hay que olvidar la motivación del premio: "for his cartography of structures of power and his trenchant images of the individual's resistance, revolt and defeat."
Como ya está dicho casi todo, y el resto se terminará diciendo, se me ocurre que puedo añadir un par de cosas sobre Vargas Llosa a lo mucho y bueno ya escrito sobre el nuevo Nobel. Me quedo con lo que dicen, por ejemplo,
-- Juan Pedro Quiñonero: Vargas Llosa, entre nubes tóxicas, sobre todo cuando dice
"A qué negarlo, siendo un gran escritor, no es lo mío. Lo mío es… que se yo, Lezama, Nabokov, Onetti, Cormac McCarthy, que también estaba entre los favoritos." (Personalmente, me sumo al "Cormac McCarthy, que también estaba entre los favoritos...")
-- José Julio Perlado: Vargas Llosa, escritor, sobre todo al razonar su elegir:
“Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente”. Personalmente, como lector, me quedo con la verdad de la novela “Conversación en la catedral”.
-- Javier de Navascués: Se lo merece, cuando cuenta una anécdota y dialoga consigo y elige:
cuando estuve en Münster dando un curso sobre literatura peruana contemporánea, les pregunté a los alumnos quién era Vargas Llosa y sólo dos sabían quién era. Y uno de ellos tenía sesenta años por lo menos. (...)
-Bueno, pero, ¿se merece el Nobel, o no? -Sí, sí, me parece que sí. Además, su mejor novela, La fiesta del chivo, la vi traducida al alemán en todas las librerías este verano.Personalmente, además de sintonizar con estos amigos y maestros, siempre me ha fascinado la anécdota con que Vargas Llosa (en La verdad de las mentiras) comienza a hablar del relato de Yasunari Kawabata, La casa de las bellas durmientes:
Leer una novela traducida de una lengua y una cultura tan distintas a la nuestra puede deparar sorpresas. Recuerdo haber quedado deslumbrado, hace años, por el final de una novela de Junichiro Tanizaki que leí en francés. La heroína, luego de padecer toda clase de tribulaciones, se encerraba en su casa a guisar un exquisito plato de pescado. Durante mucho tiempo me quedó rondando este final imprevisto, en el que el sufrimiento y la desazón de la pobre mujer desembocaban en un festín culinario. ¿No revelaba este insólito episodio los complicados refinamientos de una sensibilidad difícil de desentrañar para el occidental? Un amigo japonés destruyó mi poética lectura de la escena, revelándome que el pescadillo de la heroína era, en verdad, un veneno. Lo que yo creía exótica ceremonia de liberación resultó un vulgar suicidio.
Porque algo de esto me pasa con la literatura de Vargas Llosa.
Además, y lo que sigue es claramente extra-literario, pero tan politically correct que quizá tenga que ver con el Nobel, resulta que tengo atravesado su artículo súper-hiperbólico y celebrativo de "El matrimonio gay", que comienza diciendo: "Luego de Holanda y Bélgica, España será en estos días el tercer país en el mundo que habrá legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, con todos los deberes y derechos incluidos, entre ellos el de poder adoptar niños."... En aquel momento (2005), aquello era -entre otras cosas- una horterada monumental, y escribí aquí mismo una cosa titulada Respuesta a Vargas Llosa sobre uniones homo.
Luces y sombras. Como siempre.
Actualización: Leo con cierto estupor, aunque no inesperado, el arranque del NY Times para hablar sobre la literatura -o el Nobel de literatura, que quizá es otra cosa- de Vargas Llosa (las cursivas son mías):
The Peruvian writer Mario Vargas Llosa, whose deeply political work vividly examines the perils of power and corruption in Latin America, won the 2010 Nobel Prize in Literature on Thursday.
Era de prever, pero si la literatura es destacable por ser deeply political work, y no tanto por ser deeply literary work, estamos aviados. Lo mismo, por la referencia al poder y la corrupción in Latin America. Si se habla de literatura, cierto que hay un territorio geográfico en que toma pie el imaginario, pero de suyo la literatura es universal y habla sin fronteras: quizá el NY Times hubiera podido caer en cuenta de que Vargas Llosa explora los peligros del poder y la corrupción. También, por ejemplo, en USA. Si no, ¿qué hacemos con el "lugar de la Mancha" del Quijote?