Portada del tomo
Las batallas pueden ser de muchos tipos. Con tanques, armas o con palos, con insultos y actitudes. Y con música, una guerra también puede ganarse con una sinfonía.
Estamos en la Segunda Guerra Mundial, los alemanes están a punto de entrar a Leningrado y hacerse así con el territorio. Pero los soldados no son los personajes de esta historia, lo son las personas que seguían en la ciudad, que sufrían la lenta muerte por hambre, por las enfermedades y que eran las inevitables bajas en todo conflicto bélico. Y, además, nuestros protagonistas son músicos, y su misión es realizar un concierto imposible en unas condiciones terribles.
El uso de recuerdo de conflictos armados no es un extraño en el mundo del cómic, y podemos citar decenas de ejemplos comenzando por las aventuras de Nick Furia y por supuesto el más que estudiado Maus, que es una de las más directas influencias que podemos encontrar en este Lucha en Do mayor.
Tampoco es extraño el que los protagonistas sean animales antropomorfos, de nuevo hay que citar Maus, ya desde que Walt Disney decidiera que su rostro iba a ser un ratón aventurero pero quizá por eso mismo, al menos de forma popular, se tiende a pensar que si hay bichos de por medio el resultado será gracioso o cómico. Y eso es una tremenda equivocación.
El decidir usar, o no, estos seres no es más que una decisión narrativa y que pueda ayudar a contar la historia, en ocasiones logrando que nos identifiquemos más que si viéramos rostros de seres humanos, igual estamos tan deshumanizados que es precisamente lo que nos hace falta. El no tener ninguna cara de una persona para servir de referencia hace que imaginemos a gente de nuestro alrededor, que seamos nosotros (los lectores) los que completemos esa parte de información, y así seamos más partícipes de la trama que se nos está narrando.
Hay que leerse Lucha en Do mayor, no por ser un tomo que vaya a pasar a la posteridad (ya he comentado otras veces que no todos lo pretenden, y tampoco es que deban), pero sí por acercarse a un hecho real, a algo que sucedió y que muchas veces olvidamos. Es cierto que todos asumimos el holocausto (si es que se puede asumir algo de tal terror), pero tendemos a dejar de lado que hubo muchas más víctimas y que en la mayoría de los casos eran los propios ciudadanos, el pueblo que veía que sus hijos iban a morir, que no tenían para alimentar y que no entendían que una guerra que desfilaba ante sus ojos fuera algo que realmente tenía que ver con ellos.
Doc Pastor