La versión profesional de lucha en México es uno de los espectáculos más populares en la cultura del país. Caracterizado por el uso de mascaras, flamantes personalidades y trajes coloridos, este tipo de lucha es algo que uno no se puede perder al visitar la ciudad mexicana.
La lucha libre es un fenómeno popular y cultural único que tiene sus orígenes en 1863, cuando Enrique Ugartechea creó el arte del la lucha libre basada en la tradicional lucha grecorromana. Dos o más luchadores se enfrentan en el cuadrilátero y tratan de vencer al oponente u oponentes en el transcurso de tres asaltos.
Las historias y acrobacias de cada lucha son cuidadosamente premeditadas y su ejecución requiere muchas habilidades atléticas, que incluyen maniobras aéreas y secuencias teatrales, además de músculos y fuerza bruta.
En una pelea, los luchadores apuestan sus máscaras y, al finalizar, el perdedor deberá quitarse la máscara y revelar su identidad. Aquellos luchadores que defienden su máscara por mucho más tiempo durante su carrera, más fama consiguen en el mundo de la lucha libre.
Una típica lucha envuelve a los chicos buenos contra los malvados, rudos o chicos malos, con una increíble gama de patadas voladoras, caídas dramáticas y volteretas.
Hay luchadores y luchadoras, personajes llamados exóticos, que arrojan besos al público, y los minis, que suelen girar por el aire y ser arrojados fuera del cuadrilátero.
Nadie dijo que el evento deportivo más dramático de México fuese políticamente correcto.