Revista Cine
Hay un momento en Lucy (Ídem, Francia, 2014), décimo-sexto largometraje del veterano cineasta y productor galo internacionalizado Luc Besson, en el que la Lucy del título, con un displicente movimiento de sus manos, maneja a su antojo a sus violentos oponentes hasta dejarlos flotando en el aire, entre frustrados e indefensos. En otra escena, la sola mirada de Lucy hace callar al sobrecargo de un avión. Y al final, en la secuencia climática del filme, Lucy termina dejándonos un mensaje de alcances quasi-divinos: “estoy en todas partes”.Por supuesto, como la tal Lucy es encarnada por Scarlett Johansson, la descripción de sus poderes –que los hombres caen a sus pies o flotan ante ella, que se quedan sin habla, que sienten su presencia en todos lados- es más o menos lo que provocaría la mera presencia de Miss Johansson en la vida real, sin súper-poderes de por medio.Besson nunca ha sido un cineasta sutil pero eso no significa que no tenga claridad en lo que quiere hacer. Me refiero a que, más allá de alguna muy buena secuencia de acción filmada en las calles de París, Lucy no es tanto una cinta de acción veraniega sino un desvergonzado y muy efectivo vehículo de lucimiento de Miss Johansson quien, por otra parte, puede presumir la más interesante filmografía hollywoodense del nuevo siglo entre las actrices de su generación: de “Black Widow” en la lucrativa saga de monitos de la Marvel a irresistible voz artificial pero intoxicante en Ella (Jonze, 2013) a misterioso extraterrestre cazador/recolector de seres humanos en Bajo la Piel (Glazer, 2013) a parangón de las más altas posibilidades de la humanidad en Lucy.La película, escrita por el propio Besson, no es más que un mero excipiente para lucir a Miss Johansson, lo que ofrece no pocas ventajas –la cinta solo está interesada en darle oportunidades a su actriz/estrella para que aparezca en minifalda, eche bala a diestra y siniestra, ponga pose de implacable depredadora frente a los matones que la persiguen o aparezca inesperadamente conmovedora en cierto monólogo filmado en close up- pero también bastantes desventajas, como el simple hecho de que, a ratos, la historia no tiene sentido y el hilo argumental cambia caprichosamente sin explicación alguna.La Lucy del título, una guapa muchacha que vive temporalmente en Taipei, es obligada por su ojete novio a llevar a cabo un trato que resulta ser letal. Tiene que entregar al violento gánster coreano Mr. Jang (Min-Sik Choi, en su primer papel importante en Occidente) un maletín que contiene una poderosa droga sintética –la CPH4- que luego será colocada, operación quirúrgica de por medio, en el abdomen de ella con el fin de que lleve ese paquete a los Estados Unidos. El problema es que uno de los malandrines de Mr. Jang patea en el estómago a Lucy, el CPH4 se libera dentro del cuerpo de ella y eso provoca que, gracias a la droga, la muchacha empiece a usar el 90% restante del cerebro que, supuestamente, ningún ser humano usa en realidad. O sea: díganle sí a las drogas.En la primera parte de la cinta, antes de que Miss Johansson se convierta en Súper-Lucy, la cinta alterna el escenario de Taipei con una conferencia magistral dictada por un sabio profesor avejentado (Morgan Freeman, ¿quién más?), quien nos va dando trozos de información clave sobre los límites de la inteligencia humana, las reglas de la evolución y el mal uso que le damos a nuestro cerebro.A esta narración paralela más que obvia hay que sumarle chambonas ilustraciones sobre la relación entre víctima y depredador que parecen salidas de un documental de National Graphic o de alguna obra mayor de Alain Resnais (Mi Tío de América/1980), además de un desenlace que se mueve del homenaje a la parodia, entre lo mejor de Kubrick y lo peor de Malick.Al final, me queda claro que Besson ya no supo qué hacer con su película ni, mucho menos, con Miss Johansson. No le pidamos peras al olmo: Besson no es Sofía Coppola, Woody Allen, Spike Jonze o Jonathan Glazer pero, de todas formas, sí hace mejor cine –o, vaya, por lo menos, más interesante- que la gente de la Marvel. ¿Besson para dirigir a Miss Johansson en la futura película de “Black Widow”? Nah: los ñoños de la Marvel nunca se atreverían. Ellos se lo pierden. Y, por desgracia, todos nosotros también.