No sé qué porcentaje de su cerebro utilizó Luc Besson para dirigir Malavita, pero está claro que no usó ni un 1% de su talento. Por suerte con Lucy el director francés ha vuelto a encontrar el buen camino apostando, como en sus inicios, por la acción de calidad. Pero lejos de intentar lo mismo que en sus películas noventeras, Besson se ha dejado llevar por la imaginación y ha añadido un poco de descontrol y psicodelia al argumento y la realización de la película. Y si sumamos una Scarlett Johansson que de nuevo brilla como heroína de acción (muchas gracias, Marvel), unos buenos malotes coreanos y un final para fliparlo en colores, pues tenemos el entretenimiento perfecto para aquellos que quieren ir al cine a disfrutar sin complejos.
Lo mejor: es violentamente entretenida.
Lo peor: los momentos National Geographic.