Revista Opinión

Ludismo minero, Asturias y León siguen resistiendo

Publicado el 07 junio 2012 por Cronicasbarbaras

Hace ahora 200 años, en 1812, surgía en Inglaterra el Ludismo, movimiento obrero que destruía las máquinas que inevitablemente los sustituiría, como es inevitable también, a pesar de las protestas de los mineros, el cierre de las cuencas españolas del carbón  sostenidas con subvenciones que la UE se niega a prolongar.

Los obreros británicos habían creado la figura de Ned Ludd, héroe imaginario que dirigía la lucha contra la revolución industrial y las máquinas que los remplazaban.

Aún se recuerda con simpatía a los mineros porque le hacían huelgas a Franco en tiempos en los que, aparte de la hidroeléctrica, no había otra energía en España que la carbonífera nacional.

En los 1950-1960 había al menos 50.000 obreros del carbón, pero en 2012 quedan poco más de 5.000 aguerridos para unas explotaciones cuyo sostenimiento durante una sola década exige 27.500 millones de euros, bastante más que el desastre de Bankia.

El carbón es un combustible necesario y barato, aunque no genere ni el diez por ciento de la energía nacional, pero no el nacional, muy contaminante, de baja calidad y caro; el bueno, es importado.

Es mucho más barato por poder calorífico y de más fácil control anticontaminación el procedente de Polonia o Australia, entre otros muchos países.

Acabado el proteccionismo de la autártica España del pasado, los mineros de las explotaciones supervivientes actúan ahora como los ludistas que no podían competir con las máquinas movidas por el vapor generado gracias al muy calorífico carbón inglés.

Los mineros luchan violentamente, en Asturias-León, para mantener aparentemente vivo algo muerto, pero lo único que pueden hacer es negociar indemnizaciones como las que recibieron sus antecesores en las reconversiones de los 1980 bajo los gobiernos socialistas de Felipe González, que redujo drásticamente su actividad.

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