Con “Eden Roc”, el italiano Ludovico Einaudi se enfrentaba al clásico problema de todo artista que por fin ha conseguido llamar la atención del público con uno de sus discos: ¿cómo enfocar el siguiente paso? En el caso del músico optó por una vía conservadora. Introdujo alguna variación en cuanto a los instrumentos utilizados, incorporó algunos artistas invitados y mantuvo casi inalterado el estilo que le granjeó las primeras adhesiones masivas.
En el apartado de invitados destaca especialmente la presencia de Djivan Gasparyan, el maestro armenio del “duduk”, figura legendaria que ha colaborado con muchos de los más grandes artistas del panorama musical de las últimas décadas, desde Sting, Peter Gabriel o Brian May hasta Hans Zimmer o Brian Eno. Junto a él escuchamos también las cuerdas del Quartetto David, los sintetizadores de Alessandro Radici o la guitarra de Ricky Maja. Como solistas de cuerda tenemos a los contrabajistas Stefano Dall'Ora y Franco Feruglio, al violonchelista Marco Decimo y al violista Antonio Leofreddi.
Ludovico Einaudi
El disco, como es habitual en Einaudi, es una colección de piezas agradables al oído. Particularmente nos encanta el comienzo con esa breve “Yerevan” en la que destaca el duduk de Gasparyan sonando, enigmático, sobre un colchón de cuerdas que flotan estáticamente. El piano apenas dibuja unos breves trazos en la parte final a modo de despedida. “Eden Roc” es completamente diferente, introducida por un intenso ritmo de guitarra al que se suma el propio Einaudi, enseguida nos deja un motivo a la viola muy sencillo pero de gran belleza. Más melódica y emotiva es “Fuori Dalla Notte” con las cuerdas presentando la melodía central que se desarrolla en todo su esplendor al piano. Una de las grandes piezas del disco, sin lugar a dudas. “Due Tramonti”, en cambio, es un giro intimista en forma de dueto entre el piano y la viola de Leofreddi, una de las grandes protagonistas del disco. Con “Nefeli” llegamos al primer tema de piano solo del trabajo en el que no encontramos ninguna sorpresa: es la típica composición de Einaudi carente de riesgo. A quien le guste la música del italiano le encantará y a quien no le llame la atención le dejará indiferente. “Odessa” es un tema muy relajado que comienza con el piano pero cuya evolución se produce principalmente gracias a las cuerdas, de nuevo con protagonismo de la viola de Leofreddi y el duduk de Garparyan. Una pieza meditativa, casi “ambient” que, por lo que tiene de diferente, está entre nuestras favoritas. No falta un pequeña cuota de tensión en el disco y ésta aparece con fuerza en “Ultimi Fuochi”, composición de corte minimalista en la que se puede ver la influencia de Nyman. El trabajo de la sección de cuerda es perfecto y consigue mantenernos en vilo, especialmente durante la introducción del tema. Luego aparece el piano y todo se relaja un poco aunque siempre dentro de un nivel muy alto. Regresamos a un romanticismo marca de la casa con la excelente “Giorni Dispari”, magnífica pieza de cámara que nos demuestra que Einaudi tiene capacidad para hacer grandes cosas cuando se lo propone. Más jovial y casi “pop” es “Julia”, una melodía simpática sin demasiado recorrido que da paso a la reflexión minimalista de “Fuori Dal Mondo” que repite el esquema de “Fuori Dalla Notte” (cuerdas más piano) con un resultado tan inspirado como el de aquella. Otra de las joyas del disco. “Ultimi Fuochi II” es una miniatura de transición en absoluto despreciable ya que tiene una gran categoría y “Un Mondo a Parte” es, quizá, la composición más clasicista de todo el álbum. Seria y formalmente perfecta, tiene una fuerte carga emocional y eleva el nivel general del disco, a estas alturas, ya muy alto. “Password” vuelve al piano solo y comienza con una bagatella que luego evoluciona en su discurso hacia algo más convencional. Volvemos a Gasparyan ya cerca del final del trabajo con “Yerevan II”, un breve corte en el que el duduk dialoga con las cuerdas. Un digna continuación de la primera parte. Por fin, el cierre lo pone la extensa “Exit”, un tema tirando a ambiental con continuos diálogos entre el piano y las cuerdas que esconde una sorpresa en su final ya que tras lo que parece la conclusión de la pieza llega un largo silencio que no es sino el preludio de una coda en la que Einaudi recupera por unos instantes uno de los temas pricipales del disco.
No es Ludovico Einaudi un artista muy dado al riesgo y menos aún en estos momentos en los que empezaba a hacerse un nombre. “Eden Roc” pretendía ser, en cierto modo, una guía de viajes. El título alude a una cadena de hoteles (también algún corte como “Nefeli”) y algún otro tema lleva nombre de ciudad. Sin embargo, esa supuesta multiculturalidad no termina de reflejarse en la música más allá de la aparición de Gasparyan y es que en ningún momento las adiciones folclóricas llegan siquiera a difuminar el estilo de Einaudi. Diríamos que “Eden Roc” es uno de los mejores discos de su autor ya que está repleto de buena música pero pronto reparamos en que realmente no hay gran diferencia en este sentido entre todos los discos del italiano. Todos sus trabajos se mueven en similares parámetros estilísticos y de calidad. Por ello creemos que este es un disco tan recomendable como cualquier otro para cualquiera que desee introducirse en el mundo de Einaudi. Un mundo muy agradable, placentero y sin sobresaltos.