¿Qué hacía ahí perdido en aquel viejo hostal de aquella vieja ciudad? ¿Cómo había llegado allí ahora que vivo en la gran ciudad? Miro la llave que marca 5-7, y unos inquilinos que suben conmigo apretándonos en aquel viejo ascensor me dicen que tienen la habitación contigua, porque solo quedan dos libres. Pero enseguida desaparecen por aquel viejo pasillo y de nuevo ando perdido. Y me encuentro limpiando la escalera a la vieja mujer del hostal a quien le llama la atención que debiendo subir a la séptima planta no haya séptima planta. Miramos juntos aquel viejo techo que bloquea un paso que nunca tuvo lugar. Y lo miramos juntos, y nos sorprendemos juntos. De nuevo bajo por aquella escalera y pido a la camarera algo para cenar mientras espero sentado en aquel viejo hostal.
Y miro a mi alrededor, y entonces descubro la verdad, que nunca salí de ahí, ni siquiera a la gran ciudad.
Sueño del 21 de Marzo
El sueño que acabo de describir, porque su viveza así lo requiere, tuvo lugar después de haber leído dos veces las siguientes palabras de Juan de Mairena, de Antonio Machado, intuyendo el soñador que esta pequeña aventura, porque cada sueño es una aventura, no hubiera tenido lugar sin estas palabras:
"La corriente en el hombre es la tendencia a creer verdadero cuanto le reporta alguna utilidad. Por eso hay tantos hombres capaces de comulgar con ruedas de molino. Os hago esta advertencia pensando en algunos de vosotros que habrán de consagrarse a la política. No olvidéis, sin embargo, que lo corriente en el hombre es lo que tiene de común con otras alimañas, pero que lo específicamente humano es creer en la muerte. No penséis que vuestro deber de retóricos es engañar al hombre con sus propios deseos; porque el hombre ama la verdad hasta tal punto que acepta, anticipadamente, la más amarga de todas."
Octavo día