Edición de Ricardo Virtanen.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2024.
El bosque me contó la vieja historia. Dijo que hubo otro tiempo en que los hombres se aventuraban entre su espesura en busca del oráculo divino. Pero nadie llegaba a ver el centro de la selva, donde la pitonisa resolvía las dudas de los fieles. Porque no había centro, porque el bosque era y es un inmenso laberinto sin principio ni fin, y porque el orden de las cosas excluye las respuestas. Y es así como, ciegos e ignorantes, nos dirigimos hacia el precipicio de la nada, perdidos en el bosque de la traición, el odio y la mentira. Eso me dijo el bosque en un susurro, mientras yo iba camino de Damasco.Es uno de los poemas más conocidos de Luis Alberto de Cuenca, que reúne en El triunfo de estar vivo un ciclo poético escrito entre 1996 y 2012 y formado por cuatro libros - Sin miedo ni esperanza, La vida en llamas, El reino blanco y Cuaderno de vacaciones- que publica Cátedra Letras Hispánicas con edición de Ricardo Virtanen, que destaca en su amplio estudio introductorio que "en estos cuatro libros el crisol temático se regenera, repitiendo motivos y temas de antaño, y se reformulan novísimas concepciones. [...] En nuestros cuatro libros, sobre todo en los dos últimos, se recuperan motivos y temas antiguos, al tiempo que transita en el poema una nueva espiral que ensancha la concepción temática bajo el halo de su poesía posmoderna." Y añade que "una de las características básicas de la poesía de Luis Alberto de Cuenca es su gran perfección formal, extensiva a su clasicismo reformado y posmoderno de su segunda etapa en adelante, cuando se propugna un poema de estructuras cerradas. Nada en sus poemas parece estar realizado al azar."
El texto que reproducíamos al principio, 'El bosque', es uno de los poemas iniciales de Sin miedo ni esperanza, que, según las propias palabras del autor, "traslada al papel el hallazgo, siempre asombroso y electrizante, de un nuevo amor." Esa circunstancia biográfica explica el cambio de tonalidad que se aprecia en este libro, afincado en una luminosidad de la que carecían los poemas sombríos del anterior Por fuertes y fronteras. Una luminosidad presente desde su primer poema, 'Gormenghast': "Tu cuerpo, princesa, es un oasis en el desierto helado del silencio."
Sin miedo ni esperanza se cierra con 'Imágenes', un poema con el que Luis Alberto de Cuenca reivindica el carácter figurativo de su poesía:
Imágenes, imágenes, imágenes. Idílicas, obscenas, horrorosas. Más veloces que el viento, más heroicas que una canción de gesta, más estúpidas que el dolor, la piedad y la traición, más lentas que la espina que atraviesa el corazón del pájaro, más locas que el amor, más sutiles que el deseo. Conmigo vais y moriréis conmigo.El libro siguiente, La vida en llamas, contiene poemas escritos entre 1996 y 2005, coetáneos de los de Sin miedo ni esperanza, lo que explica la homogeneidad temática, tonal y estilística de ambas obras.
Lo abre otra declaración poética, 'Línea clara':
Dicen que hablamos claro, y que la poesía no es comunicación, sino conocimiento, y que sólo conoce quien renuncia a este mundo y a sus pompas y obras -la amistad, la ternura, la decepción, el fraude, la alegría, el coraje, el humor y la fe, la lealtad, la envidia, la esperanza, el amor, todo lo que no sea intelectual, abstruso, místico, filosófico y, desde luego, mínimo, silencioso y profundo-. Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos de lo claro que hablamos, y que la gente entiende nuestros versos, incluso la gente que gobierna, lo que trae consigo que tengamos acceso al poder y a sus premios y condecoraciones, ejerciendo un servil e injusto monopolio. Dicen, y menudean sus fieras embestidas. Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.Tanto en la reunión de voces e imágenes, de literatura y cine de La vida en llamas como en las líneas de fuerza divergentes (Homero y Superman) integradas en El reino blanco, su siguiente libro, conviven en un difícil y fugaz equilibrio la alegría y el desengaño, la melancolía y el humor, lo festivo y lo amargo en un característico cruce de opuestos que recorre gran parte de la obra de Luis Alberto de Cuenca, que defendería esa integración en la 'Canción de opósitos' del Cuaderno de vacaciones:
¿Norte o sur? ¿Aventura o biblioteca? ¿Rencor o amor? ¿Coraje o cobardía? ¿Dios o Diablo? Piénsalo y decídete cuanto antes. La vida va trazando signos confusos dentro de tu cuerpo, y se han fundido viejas conexiones que se consideraban infalibles. Piénsalo bien. El mundo da sus vueltas cada vez más deprisa. No hay quien siga su ritmo. No hay quien pueda sustraerle un solo instante para decir alto y claro, sin la más mínima duda, mirándote al espejo, estas palabras: "Norte y sur, aventura y biblioteca, rencor y amor, coraje y cobardía, Dios y Diablo, todo al mismo tiempo".Desde El reino blanco hay un oscurecimiento en la poesía de Luis Alberto de Cuenca que afecta más a la mirada existencial que a la concepción estilística del poema, como se refleja en este 'Elogio de la poesía':
La vida es prosa más o menos aburrida, pero no siempre ha sido tan tediosa y prosaica. En el alba imprecisa de nuestro origen hubo, primero, una voz recia que evocaba las gestas del caudillo del clan; luego, otra voz más íntima y dulce que, al compás de la lira, cantaba el amor, subrayando su plenitud, o el odio que inspira la traición, o el cruel desengaño. Y esas voces traían a la vida promesas de olvido y deshacían los hielos del invierno al ritmo del bastón de mando del chamán en los fuegos de campamento de la tribu. Y esas voces fundaban un jardín de palabras hermosas en el centro del desierto silente del mundo, una floresta de color y belleza que, como un cáncer, iba destruyendo, implacable, el bosque sin memoria de nuestra soledad, haciéndonos mejores, más libres y más sabios.El último libro de la recopilación, Cuaderno de vacaciones, muestra en su fecunda madurez a un poeta que, tras perfilar una voz poética inconfundible, ha ido afinando y depurando su tono, ha matizado su mirada y ha ido dejando algunas máscaras impostadas hasta encontrar su tonalidad más auténtica y cercana en los poemas de este libro.
La angustia y el desengaño son los motores de una búsqueda interior, de un itinerario ascético de depuración espiritual y estilística en el que la poesía es una forma de encontrar anclajes vitales y de integrar fructíferamente literatura y experiencia en un brindis vitalista que funde pasado, presente y futuro, melancolía y optimismo, humor y seriedad y una ironía que emerge en muchos de sus poemas.
El intenso 'Caverna perpetua', escrito desde la cueva platónica de las ideas y las imágenes, resume el tono poético y la temperatura humana del libro:
Como todos los hombres, vine al mundo a recordar, porque el conocimiento es tan sólo memoria, remembranza, reminiscencia de otra realidad mejor, más prestigiosa y más estable, de la que un día fuimos desterrados. La vida es perseguir inútilmente la fuente primordial, donde confluyen todos los hilos de agua del recuerdo, rozar casi sus gárgolas y hundirse en el suplicio de una sed eterna. Tú, madre mía, soledad, aún puedes salvarme de este olvido que amenaza con sembrar de silencio las llanuras sonoras de mi alma. Novia mía, hermana soledad, dime qué hubo, o si hubo algo, digno de memoria fuera de la caverna en la que vivo.Uno de los poemas de Cuaderno de vacaciones, 'Apología de los clásicos', se reafirma en la línea de claridad expresiva que podría resumir la fecunda trayectoria poética de Luis Alberto de Cuenca. Termina con estos cuatro versos:
Los clásicos ayudan a vivir, y a morir, y a olvidar nuestras miserias, y a no perdernos por el laberinto sin Teseo ni Ariadna que es el mundo.