Conforme el cine se iba desarrollando, las diferencias entre las corrientes artísticas que llevaban América y Europa se alejaban cada vez más el una de la otra. Mientras al otro lado del charco se creaba la imponente Hollywood como una verdadera industria cinematográfica para la producción y distribución de largos, Europa concentró sus fuerzas en la reivindicación del cine como un arte, mediante la experimentación.
Las primeras décadas del siglo XIX europeo fueron el periodo perfecto para la ebullición de las vanguardias, sobre todo en lo que se refiere al ámbito geográfico de Alemania y Francia. Las vanguardias, y en concreto el surrealismo, suponían una ruptura de la narración en pos de la experimentación que no implicara la explicación racional de ésta.
El surrealimo supuso una mira hacia la parte más irracional y onírica del ser humano: basta con mencionar “Un perro andaluz”, obra bandera del movimiento y que fue inspirada en los sueños de dos artistas estandarte de la cultura contemporánea europea, Luis Buñuel y Salvador Dalí.
“Un perro andaluz” comienza de hecho con el sueño que a Buñuel le inspiró el cortometraje, un ojo seccionado por una navaja de afeitar. La imagen de ese ojo rasgado por el propio Buñuel en el filme ha quedado como una de las imágenes más representativas de la obra del autor y del propio movimiento. Una escena que conmociona al espectador desde el minuto número uno, mediante todo el torrente de agresividad que implica.
El espectador ya no puede ser indiferente, y a partir de entonces las imágenes oníricas se suceden durante los 17 minutos que dura el corto, como aquellas hormigas en la mano, producto de la mente de Dalí, o el caballo muerto sobre un piano del que tiran dos seminaristas, y que rompe la pared de una habitación: las escenas tienen el puro fin de conmover, provocar y sorprender al espectador.
Aunque deje de lado todo razonamiento lógico, no se puede dejar de atribuir a Buñuel la conexión entre los diferentes escenarios, una continuidad que lejos de alejarlo de la vanguardia surrealista, le al cortometraje dan su fuerza como obra conjunta. La inspiración en la mayoría de ellos estaba relacionada con el poemario de Buñuel, de donde también escogió el título de “Un perro andaluz”, una elección que no gustó nada a Federico García Lorca, quien se dio por aludido con el título del corto.
Lo cierto es que Luis Buñuel, Salvador Dalí y Ferderico García Lorca habían convivido en la Residencia de Estudiantes, y la relación entre poema y cineasta debía ser, por aquel entonces, tormentosa. Quisieran Buñuel y Dalí ofender a Lorca o no con el título del corto, lo cierto es que el trabajo que ambos rodaran en dos semana y presentaran posteriormente en el Studio des Ursulines, supuso la ruptura de muchas convenciones cinematográficas tenidas hasta entonces.
Buñuel desarrolló su filmografía en Francia y México. En el país americano rodaría el que quizás es el largo surrealista más importante de su carrera, “El Ángel Exterminador”. En el país galo rodaría a su vez muchos de tus trabajos emblema, todos salpicados por ese espíritu del surrealismo.
En “La edad de oro”, ya dentro del cine sonoro, ridiculizaría a la aristocracia. De altas esferas son también los personajes de “El discreto Encanto de la Burguesía”, que le harían ganar el Óscar 1972 a la mejor película de habla no inglesa, y el único de su carrera.
El realizador elegiría también Francia como lugar perfecto para el rodaje de “El fantasma de la libertad” (coproducida con Italia) y que se divide en catorce capítulos distintos, cada uno con un personaje distinto, mediante los cuales las historias del largo van entrecruzándose y entretejiéndose. Pero no ha sido sólo Buñuel quien ha grabado largos de corte surrealista en el país francés; allí se grabaría “Un hombre que duerme” de Bernard Queysanne , e incluso el americano Orson Welles rodaría “El Proceso”.
La muestra más conocida de surrealismo en el país natal de Buñuel, España, sería la comedia de Jose Luis Cuerda, “Amanece, que no es poco”. Rodada cinco años después de la muerte del autor de “Un perro andaluz”. Su trabajo es tan eterno como la navaja que parte en dos aquel ojo oscuro, abierto con sus propios dedos.
Un perro andaluz (Un chien andalou )Francia, 1929
Luis Buñuel
Luis Buñuel
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
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