GOLPE DE ESTADO EN ECUADOR
Desde Madrid (España), Luis Francisco Cercós denuncia los otros golpes:
Cuando todavía tengo en la retina las hermosas imágenes retransmitidas por Telesur de un pueblo defendiendo a un presidente elegido en las urnas, quiero pensar, quizá utópicamente, que la diferencia fundamental entre la América Latina de la segunda mitad del siglo XX y la de hoy es que antes la mayoría de los golpes acababan en dictadura militar y ahora en estrepitosos fracasos (incluyendo aquí, también, a los que terminan derrocando al legitimo gobierno). Dar un golpe de Estado está últimamente muy mal visto, aunque dado los tiempos que corren y como dice Juan José Millás (EL PAÍS, 15/10/2010) en realidad, el ruido de sables ha sido sustituido por el de la ladronera.
Porque también resultan golpes al Estado los que impulsan hombres vestidos con trajes a medida y ojales en las bocamangas en lugar de galones, de uniformes tan reconocibles como los que se guardan bajo vitrinas en los museos militares: rayas diplomáticas, tejidos naturales, colores generalmente oscuros y zapatos siempre de piel. Caballeros bien peinados y afeitados con relojes automáticos de diseño aeronáutico. Fisicamente en forma tal que infantes de Marina. Curtidos por soles artificiales o en las pistas de esquí y no, precisamente, en tormentas del desierto.
De esos que firman, sin pestañear, diligencias de embargo (más de 180.000 sólo en España y en el último año) o que ejecutan, como si de mandar pelotones de fusilamiento se tratase, deudas imposibles de pagar por vía o procedimientos ejecutivos. Me enseñaron que la defensa de nuestro territorio no es terrorismo sino resistencia. Pero no encuentro en los viejos manuales de guerra instrucciones de cómo debemos rebelarnos contra estos dictadores que en lugar de realizar semejanzas entre hombres y votos, piensan en nosotros, únicamente, en términos que pensábamos desfasados: tanto tienes, tanto vales.
¡Pues no¡ Lo siento, conmigo no contéis. No voy a alistarme en este ejército sino, al contrario, lucharé contra él. Aunque para ello tenga que dormir en cuclillas, esconderme en el bosque y aparecer, rápida y sigilosamente, allá donde menos se nos espere.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com