La opinión de Luis María Anson no es baladí en este asunto, en la medida en que los políticos están comenzando a salir a la palestra, a propósito del inicio de escoramiento oportunista de la manifestación prácticamente espontánea antisistema de la indignación juvenil y mayoril de los españoles.
Y el caso es que se trata de un sistema que ha estado viviendo la democracia en modo partitocrático y en concreto según el modelo de la granja orwelliana, de tal modo que "todos los partidos son iguales, pero algunos partidos son más iguales que otros". Así que el partido más igual en los últimos años, el socialista, es sin duda el autor de las lluvias que han traido estos lodos...
Pues bien, ahora -contra el sentido común incluso internacional- parece que no, que -visto que cabe destacar que la protesta 15-M es "contra el sistema", sin distinción de unos partidos más iguales que otros- quienes han propiciado el actual estado de desastre económico, cultural y social español (básicamente, el partido socialista gobernante y casi por decreto y trágala), ahora quiere -Zapatero lo dice sibilinamente- que todos los partidos resulten iguales -e igualmente responsables, por tanto- ante lo que motiva las colosales dimensiones del enfado nacional, o la petición de la Asamblea de Sol del cambio de la ley electoral, como primer objetivo de "Toma la Plaza", nuevo nombre de los convergentes en 15-M, etc.
El caso es que parece que -con igual celeridad con que actúan izquierda unida y socialistas para ponerse al frente de la manifestación que en realidad nace contra ellos mismos- comienza a actuar también el olfato y el sentir común de algunos periodistas, empezando a distinguir urgentes trigos y pajas de políticos ante las urnas en algo que también tiene mucho de razón estrictamente cívica por delante.
Dice Anson:
Que una parte considerable del pueblo español manifieste su hartazgo por los partidos políticos y sus abusos no puede estar más claro. Entre los diez problemas que atosigan a los españoles, la clase política, según la encuesta del CIS, ocupa el tercer lugar y el Gobierno Zapatero, el quinto. Hay, por consiguiente, mucho de espontáneo en la explosión antisistema que zarandea estos días la Puerta del Sol y docenas de ciudades de España.
Al margen de la espontaneidad del movimiento “Democracia real, ya”, algo huele a agitprop comunista en todo lo que está ocurriendo. El quid prodest scelus, is fecit de la Medea clásica, parece pregunta obligada. El cui prodest, según algunos latinistas, tiene en este caso fácil respuesta. Está claro que “Democracia real, ya” favorece al partido comunista, enmascarado tras Izquierda Unida. Es verdad que, con el actual sistema electoral, a los comunistas les cuesta cada diputado en número de votos, diez veces más que al PP o al PSOE. La denuncia del bipartidismo favorece los intereses del comunismo, que es el socialismo real, no la democracia real. Cayo Lara, con la ingenuidad de un político bisoño, se ha desenmascarado apoyando con fervor de hincha deportivo el nuevo movimiento contestatario, dando la sensación de que forma parte de él.
Habrá que atender todo lo que hay de razonable en “Democracia real, ya”, que es mucho, pero sabiendo que los últimos hilos de la operación están manejados por el partido comunista y su eficacísimo agitprop, el cual demostró, por cierto, su vigor en la gigantesca campaña promovida en medio mundo en favor del juez Garzón.