A caballo entre los siglos xvi y xvii, en los inicios del Siglo de Oro de la cultura española, se desarrolla la vida de este pintor toledano, del que aún nos queda tanto por saber. Nació hacia 1585 en algún lugar de la provincia de Toledo de cuyo nombre hay más dudas que certezas. Aunque su formación profesional se inicia a la sombra del Greco, del que toma muchas de sus composiciones y sus alargados cánones, será en Italia donde consiga la madurez de su arte.
Luis Tristán (1585-1624): Retrato de un Carmelita (detalle)Lienzo, 110 x 84 cm Núm. de inventario: 5206
Estuvo allí aproximadamente seis años (ca. 1606-1613) y allí será donde conocerá el naturalismo tenebrista romano iniciado por Caravaggio y donde aprende y comparte la rotundidad de los volúmenes, la inmediatez de los personajes y la veracidad de las historias narradas, así como la importancia del dibujo o el equilibrio del clasicismo, frente a la lección veneciana que había aprendido de su maestro cretense en Toledo, en cuyo arte todo se podía descomponer y abstraer en ricas pinceladas de color.
A su vuelta a España inicia su breve carrera profesional que apenas dura una década ya que le sorprende la muerte en Toledo en 1624. En sus obras se descubre su profundo conocimiento de las corrientes pictóricas que se habían desarrollado en la España de las décadas precedentes en el gran proyecto de El Escorial, en la corte madrileña o en las más importantes empresas toledanas, y así descubrimos en sus pinturas no solo las señales venecianas del Greco o el Veronés, sino también las de otros pintores como los Bassano, Zuccaro, Cambiaso o Maino entre otros.
Santa Mónica, 1616, museo del Prado. Luis Tristán ...
En su producción destacan sus lienzos de santos, las escenas de la vida de María y de Cristo, aquéllas de claro mensaje contrarreformista como es el caso de la representación de martirios, de la Trinidad o de la Inmaculada.
No olvidamos las series de pinturas de los retablos del Convento de Santa Clara de Toledo, de la parroquia de San Benito Abad de Yepes (Toledo), o el de las Cuatro Pascuas del convento de las jerónimas de Toledo cuyos lienzos salieron al extranjero tras su venta en el siglo xix. Por supuesto merecen especial mención sus retratos, entre los que podemos incluir el del cardenal Sandoval y Rojas de la Sala Capitular de la catedral toledana o este de un carmelita procedente del Museo de la Trinidad, cuya colección se formó con los lienzos de los conventos desamortizados.
Todavía hoy son numerosas las obras atribuidas a Tristán sobre las que existen fundamentadas dudas respecto a su verdadera autoría, y sospechosas resultan las grandes diferencias existentes entre muchos de los lienzos que se consideran suyos. Este Retrato de un Carmelita fue considerado como anónimo, si bien su restauración a finales del siglo xxdescubrió su verdadera calidad y su más que probable autoría.
Por Juan Carlos Ruiz Souzahttp://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/septiembre_07/25092007_02.htm
Revista Cultura y Ocio
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