Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores y expresidente brasileño en dos ocasiones, se proclamó el pasado domingo vencedor de los comicios cariocas tras volver a ganar, esta vez en segunda vuelta, imponiéndose al político de extrema derecha Jair Bolsonaro con el 50,8% de los votos frente al 49,1% del ultraderechista. Pese a la escueta ventaja del primero sobre el segundo que supera el millón de votos, Da Silva fue reconocido vencedor en Brasil. Los candidatos que concurrieron en la primera vuelta y que cayeron en el intento, Ciro Gomes (PDT) y Simone Tebet (MDB), mostraron ambos su apoyo a la candidatura de Lula frente a la del ultraderechista Bolsonaro. La victoria de Lula es solo un episodio más del triunfo de los políticos progresistas en los últimos años en Latinoamérica, al sumarse a las de Gabriel Boric en Chile, Andrés López Obrador en México, Gustavo Petro en Colombia, Xiomara Castro en Honduras o Pedro Castillo en Perú, entre otros.
La figura de Lula da Silva, con 77 años, es una de las más apoyadas y respetadas en el marco del socialismo internacional. De orígenes sindicalistas y obreros, fundó en 1980 un partido que tenía como objetivo defender los intereses de la clase trabajadora y se proclamó como el primer presidente del país carioca en proceder del mundo sindical. El programa que ha llevado a la victoria al socialdemócrata está basado en la protección a las minorías y a la clase trabajadora, la subida de impuestos a las élites económicas, el aumento salarial a las clases medias y bajas por encima de la inflación, la protección adicional a la población racializada…Da Silva pretende combatir la crisis económica con políticas de impulso del consumo, derogar la ley del techo de gasto y una reforma fiscal progresiva con la que gravar las grandes fortunas. Nacionalizar por completo la eléctrica Eletrobras, poner en marcha un gran plan de obras públicas para generar empleo y poner fin a la explotación indiscriminada del Amazonía, son otras de sus promesas.
Durante sus presidencias, entre 2003 y 2011, Brasil experimentó uno de sus periodos más prósperos y el dirigente brasileño –que goza de una gran simpatía y respeto por parte del Gobierno español– lograba poner en marcha una serie de políticas de ayudas sociales con las que consiguió sacar de la pobreza a unos 30 millones de personas. Un auténtico hito que dejó huella en la sociedad brasileña y contó con más de un 80% de aprobación. De hecho, la reelección de Lula en las elecciones de 2018 parecía más que clara. Sin embargo, su condena y posterior entrada en prisión –que años después serían anuladas–, supusieron el final de su carrera electoral, poniendo la alfombra roja para la llegada de Bolsonaro.
Pese a que Brasil está entre las diez mayores economías del mundo, se ha convertido en un Estado en el que hasta 33 millones de personas pasan hambre, el 15% del total de habitantes. Una cifra que se incrementó notablemente desde que Jair Bolsonaro alcanzó el poder presidencial, debido en gran parte a la falta de inversión en políticas contra la pobreza que dieron resultado durante los mandatos de Lula y Dilma Rousseff y la pésima gestión de la pandemia. Y, durante los años 2020 y 2021, el ejército humano de brasileños que pasan hambre se dobló, pasando de los 19 millones, en 2020, a los 33,1 millones actuales. Comparando los datos actuales con los que había cuando el ultraderechista llegó al poder en 2018 se ha registrado una diferencia negativa del 60%.
“Nuestro compromiso más urgente es acabar con el hambre”, dijo Lula da Silva en su primera rueda de prensa, tras su victoria en las elecciones. En un discurso largo y con varias promesas electorales, Lula habló de su “resurrección” en la política brasileña: “Han intentado enterrarme vivo y estoy aquí”. Lula llamó a la sociedad brasileña a enfrentarse “sin tregua” contra “el racismo, el prejuicio y la discriminación”, para que “blancos, negros e indígenas tengan los mismos derechos y oportunidades… Nuestro compromiso más urgente es acabar con el hambre. No podemos aceptar como algo normal que millones de hombres, mujeres y niños no tengan nada que comer”.Además, prometió proteger el Amazonas, “luchando contra la crisis climática” porque “Brasil y el planeta necesitan tener un Amazonas vivo”. “Un árbol de pie vale más que una tonelada de madera extraída ilegalmente por los que solo piensan en el beneficio fácil. Un rio de agua limpia vale mucho más que todo el oro extraído a costa del mercurio”