Fue hijo de Guillermo II, "El Atrevido", Conde de Borgoña. Su hermano sería arzobispo de Vienne y papa, Calixto II. El mundo militar y el de la nobleza se le abrían, pero Ayraldo prefirió la sencillez del claustro, el recogimiento y la oración, por lo cual tomó el hábito cartujo en la Cartuja de Les Portes, en Lyon. Fue monje humildísimo, penitente y dado a la caridad con los monjes ancianos. Fue entusiasta cumplidor y propagador de las excelencias de las “Costumbres”, una Regla publicada en 1127, pues San Bruno no dejó Regla escrita. Su piedad, exactitud en el cumplimiento y otras vrtudes hicieron que, aún joven, fuera elegido prior del monasterio.
Pocos años después fue elegido por los canónigos de Maurienne como su prelado, luego que la sede episcopal quedara vacante por la muerte del obispo. Auraldo se negó, pero fue obligado por las instancias del Conde de Saboya y del papa. En la cátedra no abandonó su estilo de vida cartujano, conservando siempre su cilicio y el hábito de la Cartuja bajo las ropas propias de su dignidad. Sus comidas siguieron siendo frugales y nada lujoso le rodeaba. Todos los regalos que recibía iban a los pobres, así como gran parte de las rentas que le correspondían como obispo. Reformó al clero solo con su ejemplo, puso paz entre los bandos, consoló a enfermos y desamparados, se enfrentó a poderosos que pretendían controlar la Iglesia, turbando la paz. Siempre que podía pasaba tiempos de soledad en su amado monasterio de Les Portes.
En el Adviento de 1145 vio cercana su muerte y llamó a su lado a sus amigos los obispos Arducio de Ginebra y Bernardo de Belley, cartujos como él, quienes le consolaron constantemente con los premios de la vida eterna, ayudándole en su tránsito, que le llegó el 2 de enero de 1146. Numerosos milagros se certificaron en sus funerales. Fue sepultado en la catedral y en su sepulcro se puso la siguiente inscripción: "Aquí yace Ayraldo, monje de Les Portes, y honor del Pontificado, lumbrera de la Iglesia y padre de los pobres, glorioso por su santidad y por sus numerosos milagros".
Su sepulcro, venerado durante siglos, fue profanado el 18 de marzo de 1794, durante la Revolución Francesa. El cuerpo incorrupto fue sacado y colgado desnudo en la otrora Sala Capitular de la catedral mientras se hacía al pueblo desfilar por allí para que lo escarnecieran, a la par que los funcionarios le "liberaban de la superstición romana". Su culto era tan fuerte que los Revolucionarios necesitaron poner por escrito toda una serie de difamaciones que se imprimieron para repartirlas y para que el pueblo desistiera de venerarle. Curiosamente, siglos después servirían como prueba para demostrar lo inmemorial y célebre de su devoción. Finalmente, no se sabe por qué, en lugar de arrastrar por las calles la santa reliquia el día de la “Diosa Razón”, como estaba previsto, lo hicieron con una imagen suya, dejando el cuerpo colgado.
Un católico anónimo lo descolgó y lo escondió, pudiendo mantenerlo a salvo hasta 1846, cuando ya anciano reveló su secreto y lo entregó a la Iglesia. El obispo de Maurienne lo colocó en su capilla privada hasta obtener de Roma el permiso para la veneración pública. Esta no llegó hasta el 8 de enero de 1863, cuando el Papa Pío IX confirmó el culto inmemorial, procediendo a la beatificación. El 6 de agosto del mismo año se aprobó el Oficio Propio para la Cartuja y para la diócesis de Maurienne. En 1891, terminada la restauración de la catedral, la santa reliquia fue trasladada a esta en una solemne procesión. En 1979 su memoria litúrgica pasó al 3 de enero.
Fuente:
"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.
A 3 de enero además se celebra a:
Santos Theopento y
Theonás, mártires
San Gordio de Cesarea,
centurión y mártir